Cartas al director

¿Cuándo podremos morir dignamente?

 Y no solo eso, si no ¿ cómo podremos evitar que las personas que nos han ayudado a vivir y a morir dignamente, tengan que entrar en prisión para pagar por un delito que no han cometido?
Este es el caso, que ha sido noticia en toda España, de Ángel Hernández y de su esposa, María José Carrasco, enferma de esclerosis múltiple desde hace 30 años, en situación terminal y totalmente dependiente de los cuidados de su marido y de la morfina que éste le suministraba para paliar su dolor. 
Deseperado y sin ninguna posible solución, Ángel puso en marcha un plan que llevaba tiempo meditando: el de prestar sus manos a María. 
Un plan que contaba con la expresa autorización de ella, como se puede comprobar en el vídeo que grabó a todos los efectos, y le suministró un fármaco utilizado en los países en los que está permitida la eutanasia, como Holanda o Luxemburgo, que ella bebió. Ambos se miraron a los ojos y se agarraron de la mano, por última vez, hasta que se acabó la vida de María.
Avisados por el Summa, Agentes de la Policía Nacional acudieron al domicilio familiar y arrestaron al marido por un delito de homicidio en su variante de cooperación al suicidio, penado con hasta diez años de cárcel. Ángel pasó una noche en el calabozo y la magistrada del Juzgado de instrucción 36 de Madrid le dejó en libertad sin medidas cautelares. Han pasado 21 años desde que saliera a la luz el caso de ayuda al suicidio grabado por Ramón Sampedro, tetrapléjico por un accidente, para que tomemos conciencia pública de lo que significa querer morir dignamente, cuando se han agotado todas las esperanzas de vida, y no solo no se nos permita, si no con ello estemos condenando a quienes nos asistan en tan penoso trance.
Por todo ello, pedimos a los responsables políticos y jurídicos que se pongan de una vez de acuerdo para despenalizar, en según qué casos, la muerte digna y demostrar, que si nuestro país está a la cabeza en lo que se refiere a transplantes de todo tipo que alargan la vida de la gente, que también lo esté para reconocer el derecho a una muerte digna, y si esta es asistida que no penalice a quienes asistan en tan doloroso trance.