Cartas al director

DESDE LA MORALEJA PALABRAS QUE VEJAN

“Alcobendas está muy cerquita, pero es que en La Moraleja no estamos mezclados con las personas que viven en Alcobendas. En Alcobendas viven en pisos y hay más gente por la calle. Aquí esto es una zona muy tranquila, muchos jardines, vivimos todos en chalets con… vamos con bastante terreno al aire libre, y si salimos es para dar un paseo por la zona y yo, la verdad, es que me cruzo con prácticamente nadie. O sea andando” 
(Entrevista a una vecina de La Moraleja en “Espejo público”, 16-09-2020).

Para que nos ubiquemos, la urbanización de La Moraleja se encuentra dentro del municipio de Alcobendas, a unos quince kilómetros al norte de Madrid capital. En dicha urbanización se encuentra la mayor concentración de chalets que en cualquiera otra parte de España. Como, también, se concentra uno de los mayores poderes adquisitivos por habitante en la Comunidad de Madrid, según datos de la Hacienda Pública madrileña.

Las declaraciones de la vecina no han pasado desapercibidas en todas las redes sociales. Pues, destilan aporofobia y clasismo manifiesto. O sea, que ellos no se mezclan con la chusma de al lado. Una chusma que, de seguro, contratan para servicio del hogar, cuidado de sus muchos jardines o les hagan las compras. Ellos se dedican a pasear en profiláctica soledad. Ahora, claman cuando la presidenta de la Comunidad de Madrid ha decretado el confinamiento de todo el municipio de Alcobendas. Dicen a la señora Díaz Ayuso, que no todos somos iguales. No es lo mismo vivir en un chalet valorado en más de diez millones de euros, que un piso de noventa mil euros, que para sufragar gastos conviven con familia numerosa y allegados. Que no usamos un transporte público para trabajar, si no que usamos vehículo propio con chófer incluido si nos peta, para visitar boutiques, para asistir a funciones de ópera en el Teatro Real.

La mención de función de ópera en el Teatro Real, me viene a la memoria la imagen de dicho recinto atestado recientemente y cuya función hubo de suspenderse por aforo desmedido, que no guardaba las distancias exigidas por la normativa sanitaria. Puedo aventurarme en manifestar que entre el público asistente no había habitante alguno de esos vecinos que viven en pisos de Alcobendas, como, también vecinos del sur de la urbe madrileña. Vecinos del sur de Madrid que atestan cercanías y metro para acudir al trabajo. ¿Salud o trabajo? Hete aquí la dicotomía que no sabe conjugar, por incompetente, nuestra clase política. Con esta pandemia han aflorado, lamentablemente, los más bajos sentimientos de una clase social insolidaria, que piensan que crear bantustanes de apartheid soluciona la cresta de la pandemia. Para mí, Madrid ha sido aquella villa que definía Calderón de la Barca en su obra “El maestro de danzar”: “Es Madrid patria de todos, pues en su mundo pequeño son hijos de igual cariño naturales y extranjeros”. Que no se les olvide a los de La Moraleja, y a la misma Díaz Ayuso.