Antes de la expedición de 2011, la última hasta el momento al fondo de Rande, entre 1987 y 1993 hubo trabajos previos y otras campañas, destacando el trabajo de Cristina Toscano Novella que también fue codirectora en varias actuaciones de prospección y excavación subacuática. Gracias a estos primeros años de investigación (con el aval del Museo de Pontevedra y financiación de la Xunta) se pudo llegar a los estudios posteriores. Entre 1989 y 1991, ambos, Toscano y Luaces, fueron profesores en la Escuela Taller de Buceo Científico (Consellería de Pesca) que había en Bouzas y trabajaron con más de 20 alumnos en algunas de las campañas de Rande, coincidiendo con el documental de Fernando Navarrete y la TVG, que filmaban los trabajos que iban haciendo. Un reportaje que tampoco vio la luz, como tantas otras acciones relacionadas con el yacimiento y su exploración.
Confirmando la “maldición” sobre los galeones, en 2007 la Consellería de Cultura le encargó a Javier Luaces un documento-memoria de cara a la declaración BIC (Bien de Interés Cultural, la máxima protección, antes denominada Monumento Nacional) del Sitio Histórico de la Batalla de Rande, como han hecho en el Reino Unido o Estados Unidos con espacio sumergidos de especial interés histórico. Aunque parezca incomprensible ante un yacimiento de su importancia y relevancia internacional, tal declaración se quedó atascada en la Administración gallega y por tanto su culminación exigiría retomar el proceso en la Consellería de Cultura y abrir expediente. A día de hoy, no consta la iniciativa, indicaron desde la Consellería. Los 320 años que se cumplen ahora podrían ser un buen momento para darle categoría y protección. “Como se puede ver, con gran esfuerzo de mucha gente se pudo investigar y hasta hubo intenciones de crear un centro de investigación arqueológica subacuática estable, pero estas oportunidades se dejaron pasar o quizá no supimos aprovecharlas”, se lamenta Javier Luaces.
Pese a que en la expedición de 2011 se fotografiaron los restos, no se recuperaron materiales en la última campaña “porque no era el objetivo”, explica el arqueólogo. En anteriores sí se extrajeron algunos pequeños objetos como fragmentos de cerámica, pero en general poca cosa, pues el objetivo era ver lo que quedaban de las estructuras de los barcos. Y el resultado es que los pecios están mejor de lo esperado.
La gran pregunta: ¿Se podría extraer un galeón para su exhibición? La respuesta unánime es “sí”, y probablemente mejor conservándolo en agua, para evitar los problemas de la madera. ¿Sería caro? Mucho, pero el retorno económico resultaría todavía mayor que es esfuerzo a realizar. El ejemplo más próximo es el galeón “Mary Rose”, que se exhibe en Plymouth, Inglaterra, por una sociedad que ha logrado recuperar cuatro veces la inversión. Primero se mostró en agua, y finalmente, desde 2018, en seco. Más de 10 millones de personas han pasado por el museo. El naufragio del “Mary Rose” es anterior en un siglo al hudimiento de los galeones en Rande, lo que prueba que resulta viable la recuperación de un pecio. Se localizó en 1971 y fue levantado el 11 de octubre de 1982 por la Mary Rose Trust en uno de los proyectos de salvamento marítimo más complejos y costosos de la historia. La sección sobreviviente del barco y miles de artefactos recuperados son de gran valor como una cápsula del tiempo del período Tudor, a finales del siglo XVI. La excavación y levantamiento del Mary Rose fue un hito en el campo de la arqueología marítima, comparable a la recuperación del buque de guerra sueco del siglo XVII “Vasa” en 1961.
