Expertos advierten: el desgaste dental no es sinónimo de bruxismo

Un médico sostiene la férula de una paciente.
photo_camera Un médico sostiene la férula de una paciente.
Médicos y otros profesionales avisan sobre usar bótox o férulas sin diagnóstico

El conocimiento sobre el bruxismo creció en los últimos años, especialmente desde la publicación en 2013 del “Consenso Internacional sobre la Definición y Gradación Diagnóstica del Bruxismo” y su posterior actualización en 2018. Hasta el momento, se sabe que el bruxismo no es un trastorno, sino la acción de rechinar y apretar los dientes de manera involuntaria. Un gesto que puede ser un signo de trastornos o enfermedades subyacentes como la apnea obstructiva del sueño (AOS) o la enfermedad por reflujo gastroesofágico (ERGE).

En este sentido, la coordinadora del grupo de trabajo Bruxismo de la Sociedad Española de Disfunción Craneomandibular y Dolor Orofacial (SEDCYDO), Eva Willaert Jiménez-Pajarero, advirtió que “no siempre el desgaste dental es sinónimo de bruxismo”, por lo que recomendó “no prescribir dispositivos o bótox sin un diagnóstico completo”.

“Tenemos que saber si el bruxismo está teniendo consecuencias en el paciente o puede ser por otros motivos. Hay personas que pueden tener los dientes mal por presentar apnea del sueño en lugar de bruxismo. Por ejemplo, pacientes que no saben que presentan apnea del sueño, son roncadores y tienen los dientes desgastados. Si usan una férula, por tener supuestamente bruxismo, pueden agravar el trastorno respiratorio”, afirmó la experta.

Término paragüas

Willaert explicó que en la actualidad el bruxismo es “un término paraguas”, que engloba muchas actividades de la musculatura masticatoria. “No es un trastorno, es una activad que realizamos todos los humanos y puede o no tener consecuencias clínicas”, comentó.

De este modo, el bruxismo alerta, pero no es la enfermedad en sí. “Es como la fiebre, advierte de un problema, pero es la punta del iceberg”, indicó la especialista, quien recomendó un enfoque multidisciplinar, con la participación de odontólogos, psicólogos, psiquiatras o fisioterapeutas, entre otros.

La doctora apunta a un cambio de paradigma en el bruxismo y que el siguiente paso es caminar hacia “una medicina mucho más personalizada”, en la que cada paciente maneje el problema de manera diferente.

“Son pacientes que están tomando fármacos y que están pasando por situaciones problemáticas a nivel personal y psicosocial. También tenemos el factor del estrés, los rasgos de personalidad, la ansiedad en el mundo que vivimos, la falta de higiene de sueño. Es decir, muchos factores están implicados”, expresó la doctora.

Precaución con el bótox

El bótox tiene unas indicaciones aceptadas para los pacientes que son muy “rompedores” o tienen “hipertrofia muscular”, pero “no se puede curar bruxismo el con el bótox”. “Ayuda a disminuir la intensidad de la contracción, pero la actividad cerebral sigue”, manifestó Willaert, quien añadía que “es una manera de manejar las secuelas”.

Para tratar los efectos del bruxismo con bótox hay que inyectarlo cada tres o seis meses, una práctica que se desconoce si puede tener consecuencias en el futuro.

“Hay que ver a largo plazo qué va a pasar con las inyecciones repetidas porque no hay estudios hasta el momento. No tenemos guías que nos indiquen cada cuanto inyectar. Además, hay que ver si el bótox puede dar problemas en el hueso, puede provocar una falta de estímulo, pero todavía esta todo en el aire”, indicó, todo ello en el I Simposio Internacional de Bruxismo, que tuvo lugar en Madrid.

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