Escalada

Érik Noya, una progresión vertical

El escalador de A Guarda levanta el pulgar y la sonrisa en una prueba internacional de la pasada temporada.
photo_camera El escalador de A Guarda levanta el pulgar y la sonrisa en una prueba internacional de la pasada temporada.
Érik Noya arrancó la temporada con un séptimo puesto en Polonia y buenas sensaciones de cara a un curso olímpico en el que reconoce la dificultad de clasificarse para los Juegos

Solo pasaron unas horas desde su debut en la temporada 2024 y, aún en el aeropuerto de Varsovia, Érik Noya sonríe al otro lado del teléfono igual que siempre hace. “La verdad es que estoy muy contento. Sobre todo por la solidez del tiempo en el que pude correr”, expresa antes de subirse al avión. Sí, correr. Porque para el deportista guardés, la escalada de velocidad es correr por la pared. Una carrera vertical. Igual que la progresión que espera tener este crucial año olímpico.

Aunque lo de crucial quizás sea más para el entorno mediático que para el propio Érik. El hispano-venezolano vive al día. La siguiente meta es el próximo entrenamiento. Así hasta la competición que toque. Una forma de competir. Una forma de vivir.  “Este año quiero correr -escalar- entre 5.10 y 5.20 de forma estable. Y me encantaría poder rodar en algún 5.0”, expresa Noya, cuya mejor marca personal es de 5.28. 

En esos tiempos estuvo en la Copa de Europa que disputó el pasado fin de semana en la localidad polaca de Lublin, donde el séptimo puesto tuvo menor importancia que la solidez de sus marcas. “Era la primera del año. Una prueba piloto para testar. Así que, teniendo en cuenta eso, ahora me encuentro al mismo nivel que en mi mejor momento de 2023. Y cómodamente”, expresa con optimismo. De hecho, apenas unas milésimas lo dejaron fuera en cuartos de final, tras un problema técnico que obligó a repetir el cruce. “Lo malo es que yo ya había corrido y mi rival no, lo que me dejó un poco cansado”, confiesa. 

Pero, independientemente del resultado, el plan marcha bien. Eso no quiere decir que haya que echar las campanas al vuelo. Ya le gustaría hacerlo a unos meses de los Juegos de París. Pero la realidad dice que la dificultad de clasificarse es extrema. En el horizonte, dos Preolímpicos en los que se reparten seis plazas. Enfrente, una recua de rivales de una maginitud extraordinaria. “Va todo el mundo con el cuchillo entre los dientes. Piensa que cada país tiene un caballo que rueda en 5.0 y si no lo tiene va a llegar”, reconoce Érik, que explica que la mejoría de todos los escaladores es drástica. “Se han estabilizado los tiempos de todos. Es una evolución demencial”, confiesa. Pero el guardés es competidor y no renuncia a nada. “Siendo realista, es muy difícil. Pero imposible, por supuesto que no", avisa. 

Antes de eso, Noya afronta trabajo diario en Barcelona antes de viajar a Indonesia. “Entrenaremos allí con ellos", informa. Luego, una Copa del Mundo en China, antes del reto de los Preolímpicos. “Estoy con muchas ganas de volver a casa para ponerme a currar”,  anuncia el deportista miñoto, encantado con “la mejora de la actitud y la aptitud” y dispuesto a seguir con su progresión vertical: “Me voy a dejar la piel”.

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