En 1959, el Celta despedía a su delantero brasileño, que nunca debutó por una misteriosa lesión

Medio siglo del ‘escándalo Jaburú’

El Celta quiere dar la boleta a cuatro jugadores brasileños (George Lucas, Danilo y los cedidos Renán y Fabiano Lima), pero no serán los primeros que abandonen el club por la puerta de atrás. La relación de la entidad con el fútbol brasileño ha sido difícil desde la apertura del mercado: Jaburú, hace ya medio siglo, fue un gran escándalo.
Que el Celta no cuente ahora con cuatro brasileños es preocupante pues ha errado o está descontento con cuatro de sus cinco jugadores de ese país (el único al que quiere es a su goleador Dinei), pero ésta no es ni de largo la página más negra de la relación entre el club y el mercado futbolístico ‘canarinho’. El ‘ridículo Jaburú’ tocó a toda España y Portugal. Este mes se han cumplido 50 años del escándalo más sonado por un fichaje céltico. Hace medio siglo el Celta rescindía el contrato de Jorge de Sousa Matos, ‘Jaburú’, delantero brasileño fichado del Oporto, club al que se le pagó un millón de pesetas en concepto de traspaso, y que no jugó ni un minuto con la casaca celeste pese a la fama de goleador que le precedía por tres años en las filas portistas. El 3 de enero de 1959, la comisión gestora del Celta, dirigida por Antonio Crusat, decidía abrir expediente de suspensión de contrato al jugador por incumplimiento del mismo. Despedido. Y se le prohibía ir a los entrenamientos y acceder al club. La situación era tan caótica como la temporada en Primera. Todo había comenzado en verano. En agosto de 1958, Pasarín, el técnico, quería un refuerzo para la delantera y el nombre de Jaburú se manejó durante un mes, pero el futbolista no llegó hasta el 25 de septiembre, con la Liga iniciada (dos derrotas). Hubo acuerdo por tres temporadas (un millón al Oporto, 320.000 pesetas de ficha más sueldo mensual) pero el jugador no se entrenaría hasta el l9 de octubre. Un gol de tacón en el partidillo de Balaídos... y numerosas críticas por la relación calidad-precio . Después, Jaburú enfermaba. Un supuesto catarro lo dejó KO dos días, pero ya no acudiría a los siguientes entrenamientos. El jugador se desplazaba a Santiago, donde era reconocido por dos médicos. Desde la cama de la pensión, Jaburú posaba para el diario ‘El Pueblo Gallego’ diciendo que sólo tenía ‘un catarro’. Tras varias revisiones en Vigo, Oporto y Madrid, y declaraciones al despiste de una junta de la que en septiembre habían dimitido siete directivos por discrepancias con el presidente Antonio Herrero, se dictamina que el de Madureira (Río de Janeiro) sufre una lesión congénita (cadera). Ante notario, Jaburú declara que la lesión que sufría era conocida desde hacía medio año por la directiva del Oporto, que le había prohibido comunicársela al Celta antes de firmar el contrato. También se lo manifiesta a la prensa. Luego se decidiría ante el Oporto. Todos decían que era ‘un niño’, pero hubo quien defendió que cuando intentaba entrenarse era incapaz de doblar el espinazo para sacarse las botas por el dolor. El Celta puso el asunto en manos de la Federación Gallega de Futbol y de la Española, que lo suspendía por tres años, obligándole a devolver parte del dinero. El brasileño apeló y la FEF, en otra broma más, zanjaba el caso asegurando que no había lesión, sino ‘enfermedad desconocida’ anterior a la firma con el Celta. Era abril y el Celta ya había descendido. Dos presidentes, dos entrenadores, 5 millones de pesetas de déficit (un gran agujero en aquella época) y el paso a la década más negra: diez campañas seguidas en 2ª División.

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