Apenas unas horas después del final del partido del Celta en Sevilla, Unai Núñez escribió en sus redes sociales. Alabó al equipo por la victoria y añadió una sincera autocrítica por su actuación. “En lo personal, un partido para olvidar. Una motivación más para seguir trabajando y ofrecer la mejor versión”, señaló tras cometer errores de bulto, uno de ellos colaborador necesario para el tanto sevillista. En esa conversación telemática entre compañeros que suele ser habitual, el vasco encontró consuelo en muchos de sus compañeros. El capitán, Iago Aspas, fue expresivo: “Ánimo, León”. Y otro de los centrales del equipo, Carlos Domínguez, mostró su apoyo y su felicitación por asumir el mal encuentro: “Top, amigo”.
Precisamente, las palabras del canterano adquieren más relevancia, al ser el jugador de la plantilla en esa demarcación que más conoce el sistema de Claudio Giráldez y lo que supone para los integrantes de esa línea de tres en la retaguardia que define su dibujo. Porque los centrales han pasado de jugar muy protegidos a hacerlo a campo abierto y con más responsabilidad en la creación.
No todos los errores de Unai en Sevilla se explican por este cambio, pero sí su inseguridad general. Al final del duelo, Claudio utilizó en esa línea hasta cinco futbolistas: los dos citados más Óscar Mingueza, Carl Starfelt y Jailson Marques. Sólo el ex del Barça, hecho en La Masía a estos riesgos, completó el partido entero.
