Opinión

Permítanme discrepar

El PP ha ganado las elecciones autonómicas en Andalucía. Ha logrado una mayoría absoluta de las que parecían enterradas en la historia, menos en Galicia. Todo vuelve y el bipartidismo imperfecto puede que también. Aceptemos que, con la defunción de Ciudadanos, la derecha se refuerza y, aparentemente, detiene a VOX. Aceptemos que la pelea de gallos de la izquierda entierra a los emergentes, quienes pretendían alcanzar el cielo del poder terrenal y han retornado a las tertulias radiofónicas. Contados los votos se anuncian nuevos tiempos y desde el sur suben aires de euforia para la derecha y decepción para la izquierda. Permítanme decirles que están cociendo un espejismo.
La derecha democrática –PP+Cs- ha ganado 11 escaños, mientras la izquierda difuminada –PSOE (2) PA+AA (11)- ha perdido 13, sobre un escenario con el 41,6 % de abstención. Sólo dos décimas menos que en 2018. Con estos datos en la mano, asegurar que Andalucía ha dado un giro a la derecha es mirarse al espejo y verse guapos por necesidad. En frente, sentirse expulsados del paraíso es una falta de seguridad absolutamente irresponsable. Para mí la ciudadanía andaluza ejemplariza el cansancio frente a un estado de cosas, desde lo local a lo internacional, terriblemente insoportables. Ni vota ideológicamente, ni gestión, ni programas, ni liderazgos… Se compran o se venden estados de ánimo y oportunidades artificiales.
Déjenme explicarme. Veamos algunos ejemplos de la gestión de Moreno Bonilla. Su balance triunfal en sanidad ofrece, -en la cola, solo por delante de Madrid-, el menor gasto público por habitante del ranking nacional. Mientras, el Servicio Andaluz de Salud ha derivado 858.529 pacientes –el 10% de la población total- a la sanidad privada. También en educación ha colocado a la comunidad en la penúltima en gasto por alumno, 4.803 € -600,00 € menos que la media nacional-. En paralelo los conciertos han crecido un 6% desde 2018. ¿Políticas de privatización no confesadas?
Moreno ha presumido de conducir la locomotora económica de España. Sin embargo la verdad es que el PIB de Andalucía está estancado desde 2018 y es también la segunda comunidad por la cola en creación de riqueza, solo por delante de Canarias. En la caja común ha contabilizado 204 millones menos de recaudación para beneficiar a las familias poco pudientes con unos 100,00 €. El grueso del ahorro ha sido para los herederos de fortunas de más de un millón de euros. Los diez barrios más pobres de las grandes ciudades españolas siguen en Andalucía. Se ha desbocado el desempleo industrial y en ocho de las diez capitales de provincia se ha incrementado el paro. 
Moreno ha asegurado que 280.000 familias han trasladado su domicilio fiscal a Andalucía para aprovechar sus políticas financieras. La verdad es que el crecimiento vegetativo censado de 2019 a 2022 ha sido sólo de 58.167 personas. En el mismo periodo ha retirado todas las ayudas a los movimientos sociales en defensa de las mujeres, pero en contrapartida ha subvencionado con un millón de euros anuales a las asociaciones antiabortistas… 
Lo dejo aquí y me pregunto: ¿ha votado la ciudadanía buena gestión? Lo dudo. ¿Qué ha votado entonces? ¿Parar a la extrema derecha, que ha subido dos escaños? ¿Un giro ideológico? La diferencia de votos entre la derecha democrática (PP+Cs) e izquierdas (PSOE+PA+AA) no llega a cuatrocientos mil votos. Menos del 5% del censo. El pretendido giro andaluz sabe a pan para hoy y hambre para mañana.

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