Opinión

Sufrir por oposición

La Xunta de Galicia acaba de anunciar las fechas exactas para la celebración de las pruebas de treinta y cinco procesos selectivos a los que aspiran aproximadamente cuarenta mil aspirantes que llevaban esperando el señalamiento de los exámenes desde hace demasiados meses, incluso años en algunos casos. Si ponerse a preparar una oposición es ya una decisión difícil de tomar, planificar el acceso al empleo público sin un horizonte cierto o al menos aproximado es un camino abonado para la incertidumbre y la ansiedad vital. 
Como seguramente diría Mariano Rajoy, que se refería en los mismos términos a la labor de ser Presidente del Gobierno, ser funcionario no es fácil, ser funcionario es muy difícil. Sólo quien desconoce la magnitud del reto al que se enfrenta se anotará a la preparación de oposiciones sin recelo. La ilusión con la que nos acercamos a informarnos sobre el proceso selectivo que elegimos se atenuará a medida que carraspeamos y tragamos saliva al conocer la entidad del temario que debemos preparar y la dificultad de las pruebas que hay que superar para lograr finalmente un puesto en la Administración. 
No será fácil pero merecerá la pena, dirán algunos. Otros nos animarán desde la ignorancia pero convencidos de que sólo hay una vida mejor que la de funcionario; la del funcionario de carrera, con la antigüedad suficiente para gozar del tope máximo de días de vacaciones y asuntos propios. Tras sopesar la situación económico-laboral personal y considerar las ventajas que supondría tener una plaza fija para siempre, comenzamos el duro camino de la preparación con inocencia y puede que ilusión.
Al principio la serenidad nos inspirará. Los primeros temas pueden parecernos incluso interesantes y fallar en los primeros test de prueba nos resultará curioso. Enseguida la materia se irá acumulando y los nervios harán acto de presencia cuando fallamos al confundir descentralización y desconcentración o nos liamos con el concepto de personalidad jurídica única o la vía de ¿apremio? Apremio, premura. Es lo que me entra al poco tiempo, la prisa y el ansia de avanzar y abarcar todo lo que pueda para ir lo mejor preparado a la batalla final y superar a todos los oponentes que impidan que yo pueda estar en el número de plazas convocadas. 
Pero el premio es difícil de conseguir y no llegaremos a él sin esfuerzo. La constancia y la disciplina será el camino y el sufrimiento nuestro compañero durante el período de preparación. Como una roca que tuviéramos que transportar sobre nuestras espaldas, o que tuviésemos que arrastrar hasta una meta que ignoramos dónde está. Porque a la dificultad de la preparación cuya superacion está en nuestras manos, se suma la incertidumbre del calendario de celebración de las pruebas. Las Administraciones Públicas no suelen compadecerse de los opositores, ni siquiera de los que acceden por promoción interna, compañeros. Ofertan o convocan los procesos selectivos y luego los arrojan al olvido, los guardan en el cajón de los sueños rotos, recordando en última instancia que deben programar las fechas para la realización de los ejercicios y que no deben dilatarlos en exceso, aunque el plazo legal disponga la posibilidad de llegar a los tres largos años. 
El Presidente de la Xunta de Galicia al anunciar las fechas de la realización de las pruebas de los procesos selectivos ha hablado de certeza y horizonte, y ha dicho bien. La posibilidad de programar la preparación, de dosificar el esfuerzo es fundamental. Si no, corremos el riesgo de quemarnos, de vaciarnos. Es importante que el descubrimiento, la revelación que ha tenido la Xunta de Galicia en este sentido, sea una realidad, una costumbre que se haga fuente del Derecho, que no vuelva a haber procesos selectivos como largas travesías del desierto ni fechas en el calendario para su celebración. Por oposición ya se sufre bastante. 

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