Opinión

Sálvese quien pueda

En el patio del colegio siempre cobran los mismos. Los matones, tanto más crueles cuanto más privilegiados y que siempre actúan en grupo abusando de su posición dominante, se divierten acosando a sus víctimas al azar y atesorando bocadillos que ni tan siquiera se van a comer. Nadie hace nada, salvo bajar la mirada y tratar de esquivar el peligro ese día mientras el que sufre hoy es otro. Pero todos sufren en realidad porque todos son víctimas mientras uno solo sea blanco del atropello. 

Pero un día, un profesor seguro de sí mismo, un poco presuntuoso pero convencido de hacerlo por el bien común, coge a dos de los gamberros por las orejas y los lleva en volandas mientras les recrimina su deshonesto comportamiento, para asombro del patio en general. Sin embargo, pronto el atónito maestro será amonestado por la directiva del centro, a instancia de los estirados progenitores de los gamberros señoritingos. Con estos no se meta usted. Todo vuelve a ser como antes, como siempre, sálvese quien pueda. 

Sánchez y sus socios de Gobierno quieren aprobar el impuesto a la banca, pretenden agarrarles de las orejas y, sin que los pies toquen el suelo, obligarles a hacer un esfuerzo extraordinario en un momento de incertidumbre económica. El Ejecutivo pretende recaudar 3.000 millones en dos años, nada desorbitado si se tiene en consideración que el beneficio en el sector bancario español entre enero y septiembre de este año ha superado en el acumulado de las seis principales entidades los 16.000 millones de euros, un 33% más que el registrado el pasado ejercicio. Una proeza pero tal vez una injusticia. Banca y energéticas disfrutan zambulléndose en el búnker de monedas de oro del tío Gilito mientras la clase media trabajadora de Pedro Sánchez saca los ojos de las órbitas a la vista de la factura de la luz o el gas y paga comisiones por tener una mísera cuenta corriente abierta en una entidad bancaria que te trata peor cuanto peor te va.

Pero las collejas del Presidente a los privilegiados son reprendidas enseguida por los intereses creados de los que protegen a los poderosos y actúan siempre por mantener el “statu quo” económico y social. El sector financiero que rechaza de plano la creación del nuevo gravamen ha ido sollozando a pedir auxilio a mamá Banco Central Europeo, a quien le ha faltado tiempo para reprender al gobierno español, criticándole con énfasis y advirtiendo –casi anunciando- que el sacrificio del sector pueda ser trasladado a los clientes. Las gallinas que entran por las que van saliendo y más de lo mismo para los humanos comunes que no cobramos de un día para otro 859 millones en dividendos, como Amancio Ortega. 

Por supuesto el Partido Popular, en su lucha contra el populismo y el PSOE, exige a Sánchez que retire el impuesto a la banca tras el contundente informe del BCE, ya sea porque maneja informes técnicos rigurosos que desaconsejan dicha medida, ya porque tienen algún que otro colega en el sector, o bien porque entienden que no servirá para nada, porque los de siempre vamos a “cobrar” como siempre. Es la aseveración rotunda con la que acaba un viejo chiste: “date por jodido”. Con impuesto o sin él. 

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