Opinión

Ganó Yolanda

El duelo no estuvo a la altura de la expectación. Más que un duelo, de hecho, fue un teatro del desencuentro. El resultado del debate del presidente del Gobierno y el líder de la oposición en el Senado bien podría haberlo resumirlo Sancho Panza: “Pon lo tuyo en consejo, y unos te dirán que es blanco y otros que es negro”. Así, mientras Sánchez y su séquito cantan victoria, Feijóo se siente presidente en lugar del presidente. Qué novedad. El aparato socialista había preparado para Sánchez un relato dirigido a desmontar la imagen de buen gestor del expresidente de la Xunta de Galicia, aprovechando que al líder popular le está costando encontrarse cómodo en el traje ancho de la política nacional. Feijóo, acostumbrado a moverse en Galicia sin apenas tocar el suelo, con un aurea de casi divinidad, camina todavía a trompicones por Madrid, que se hace grande. La izquierda lo percibe y se lanza a la yugular del candidato, intuyendo que el tiempo corre en su contra, porque éste sin duda trabaja para tener forjada a tiempo su armadura dorada y recuperar con mano de hierro a su Excalibur particular de la misma roca inquebrantable.
Pero de momento, a pesar de los réditos por la llegada del nuevo adalid de la derecha popular, la ventaja no acaba de fraguar. Sánchez, a pesar de quedarle floja la bata roja de campeón con su nombre en letras brillantes, no es un púgil fácil de tumbar. Y a Feijóo le falta pegada en la derecha, quién lo iba a decir. A pesar de ello, el líder popular superó esta vez con bastante solvencia el entrenamiento en el Senado y sigue con su preparación para la velada final, consciente de que la cosa no iba a ser “chegar e encher”. Aunque no se sabe en qué lugar de la escalera está el gallego, lo que es seguro es que su intención es estar subiendo. 
Por lo que se refiere al debate, se lo resumo enseguida: sin denominación ni contenido relevante. A pesar de tener todos los focos puestos en la Cámara Alta, la noticia estaba en la propuesta de la díscola Yolanda Díaz, que pide una cesta de la compra con precios congelados o limitados, que varíe cada semana y que garantice la supervivencia de los españoles hasta 2023. ¿Más allá no hay esperanza? Por si le pareciera poco poner en pie de guerra a la patronal enarbolando la bandera sindical por la subida de los salarios en un contexto también muy difícil para los empresarios, especialmente pymes, la líder de Sumar exhorta a las grandes distribuidoras para que compongan una cesta con treinta productos básicos a treinta euros, que garantice además la calidad y que incluya proteínas y alimentos frescos para fomentar una dieta equilibrada. Pide el esfuerzo a las grandes distribuidoras, no al pequeño comercio, que no tiene capacidad para arrimar más el hombro, pero al que hundirá sin remisión si la magia de Yolanda consigue hacer realidad este hatillo de Bermudillo, del que saldrán las viandas más equilibradas y económicas jamás vistas. ¿Quién irá al ultramarinos de Paqui si Carrefour se ocupa y se preocupa por fin por ti?
Guiada únicamente por su impulso irrefrenable de mejorar la vida de los ciudadanos desde la posición y capacidad que otorga estar en el Ejecutivo, no ha medido en este caso el efecto mariposa ni los daños colaterales de una propuesta que, a simple vista, el conjunto de las clases propiedad de Sánchez –las medias y trabajadoras, que se arroga- verán con buenos ojos, aunque con cierto recelo. No pongo en duda que las empresas potentes que lleguen a subirse a este carro estarán en disposición de ofrecernos café que no sea mitad tierra negra o jamón york con más de un dos por ciento de jamón. El aceite de euro será de hueso de aceituna o no será. Lo que me saca de quicio es pensar que la barra de pan que aún puedo comprarme -aunque la estire para un par de días si no está muy dura- tenga un precio máximo tasado y que los yogures sean más baratos aunque abuse de la fecha de consumo preferente, pero sin embargo y sin vergüenza siga sin poder dormir y con el corazón a punto de salírseme del pecho cuando están a punto de pasarme el recibo de la luz o el gas. ¿Cuánto me robarán este mes? ¡Sorpresa! Aquí no hay tope ni medida. Da igual doscientos que trescientos euros, lo que ponga la factura que me pasen por cuenta, que no puedo devolver por desorbitada que sea, pues me quedo sin electricidad. Y a ver dónde refrigero la leche topada. 
Las reacciones no se han hecho esperar. La derecha se ha pronunciado tímidamente y con una sonrisita pícara, porque ha preferido dejar que los socios de Gobierno se sacaran los ojos entre sí. Con la piel del compañero debajo de las uñas, el Gabinete no acierta a encontrar una sola voz ni una política uniforme y cohesionada. Si no fuera por los intereses creados rodarían cabezas. Pero Yolanda tiene buena melena y seguro habrá incluido en la cesta un buen champú de oferta. Seguirá luciendo en la política nacional con voz propia e ideas, cuando menos, bienintencionadas. Aunque a otros, SUMAR, les parezca su mar de chorradas. Hoy, el debate lo ha ganado ella. 

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