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La presencia de periodistas sobre el terreno en situaciones de conflicto es indispensable porque los bandos enfrentados están embarcados también en una guerra de propaganda y alguien tiene que poner en riesgo su vida para contar quien dice menos mentiras. Pero una cosa es informar sobre quién ha bombardeado una zona en la que viven civiles sin que esté claro de dónde han partido las bombas o quien ha ordenado que se lanzaran, y otra muy distinta informar sobre el terreno de un tren de borrascas o una ciclogénesis explosiva que se explican por sí solas con los mapas de isobaras y con las imágenes que se pueden grabar sin que se ponga en riesgo la vida de periodistas o someterles a un chaparrón y a temperaturas bajo cero en los “directos”. Algunos de ellos se quejan con razón de que se les obliga a contar lo evidente: que hace frío y llueve o hace mucho calor. Cuestión distinta es que tengan que desplazarse a contar las consecuencias de los accidentes climáticos. 

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