Opinión

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Al presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, parece que le gusta dar tres cuartos al pregonero y motivos a los que le acusan de soberbio y de estar preocupado por su imagen más que por la sustancia. Y no le ayudan sus asesores porque las fotografías que distribuyen contribuyen más a generar polémica sobre su persona que a propiciar su estima. Sobre todo, porque sobran y aportan poco o nada a su acción de gobierno. En la última Sánchez aparece en mangas de camisa hablando por teléfono se supone que, con el secretario general de la OTAN, Jens Stoltenberg, sobre la crisis de Ucrania, para demostrar la sintonía del Gobierno español con las decisiones de la OTAN en favor de darle una oportunidad a la diplomacia. Otra foto que se suma a la colección iniciada con las gafas de piloto en el Falcón, a sus manos firmes y expresivas para demostrar que tiene el control del país y que ejercerá él pode con determinación. Pedro Sánchez y sus asesores perseveran en el error. Ellos sabrán.  

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