Opinión

Chipre y España: justos por pecadores

Guste o no, el desastre de lo sucedido en Chipre, y de lo que queda por ocurrir cuando escribo estas líneas, tiene, como no puede ser de otro modo, sus repercusiones en España. Entre otras razones porque vivimos en una sociedad cuyo principal elemento definitorio es el miedo. Unos dicen incertidumbre. Bien, pero en realidad se trata de miedo porque este sentimiento se genera poco a poco, a medida que la incertidumbre sobre el futuro, próximo y mediato, va tomando cuerpo. Por ello, cualquier acontecimiento que suceda fuera de nuestras fronteras -incluso dentro- tiene, dado el clima emocional en el que vivimos, repercusiones en nuestra aterrada ciudadanía.

Y cuando los españoles nos enteramos de que en Chipre -algunos ni siquiera saben donde está- se creaba una especie de corralito, aunque no supiéramos calibrarlo bien, aplicamos el postulado castizo de las barbas del vecino y comenzamos a preguntar si sería posible que algo similar ocurriera en nuestros lares. La mera pregunta, el cuestionarnos algo así, ya produce efectos porque eso quiere decir que desconfiamos de nuestros gobernantes y de nuestra economía, de como va a evolucionar la situación y de las medidas que están tomando, y que por si acaso quizás fuera prudente adoptar medidas drásticas. Ciertamente no lo veo, es decir, no tengo ni mucho menos la certeza de que caminemos en España de cabeza a un corralito pero comprendo las inquietudes de la gente

Ahora bien, debemos ser claros. Lo que ha sucedido en Chipre es en origen muy parecido a lo que ocurre en el Sur de Europa, singularmente Grecia, Portugal y España, cada uno con sus matices. Vamos a ver: en Chipre unos gobernantes temerarios han llevado a las cuentas públicas a un estado de iliquidez. Y unos financieros singulares han conseguido situar a sus entidades en posición de quiebra técnica y de práctica insolvencia. Y para solucionar los problemas creados por políticos y banqueros se carga sobre las cuentas de los depositantes, del público en general, que nada tiene que ver con el origen de los desmanes de unos y otros. Así que lo de justos por pecadores es también un postulado que encaja bien aquí.

¿Acaso en España no hemos tenido unos gobernantes que han situado las cuentas públicas al borde del colapso?. Pues es evidente. No solo eso sino que a pesar del desastre que están causando las medidas de recorte, no se consigue reducir el déficit mas que un mísero punto cada año, y veremos qué pasa finalmente con las cuentas del 2012, porque no se por qué me malicio que nos han hecho “ingeniería contable” al menos en unas décimas, quizás casi un punto, pero no quiero anticipar acontecimientos que desvelará la contabilidad nacional. Sigo: ¿acaso no hemos tenido unos políticos metidos a banqueros en las cajas de ahorro que han causado un destrozo económico y financiero sin precedentes en la historia de España? Pues me resulta evidente. Lo curioso es que a pesar de eso hay empresarios encarcelados, pero financiero-políticos causantes de esos desmanes, ni uno. Singularidades de este Sistema nuestro con el que convivimos de grado o de fuerza, como dicen los castizos.

Por tanto, mas o menos lo mismo que Chipre. Si -me decía un defensor de estos señores que nos gobiernan- pero aquí no se han tocado las cuentas de la gente. ¿No? -respondí yo. ¿No se ha bajado el sueldo de los funcionarios? ¿No se han subido los impuestos directos? ¿No se han subido los indirectos? Sí -me contestan- pero no es lo mismo. Perdone usted caballero -le dije- pero la diferencia no es de sustancia sino de método. Al final los españoles tienen menos dinero disponible y no solo los depositantes en bancos sino todos, así que allí el afectado es un colectivo y aquí toda la colectividad. Y encima no nos damos cuenta de que las ingentes cantidades que se han destinado a pagar los destrozos bancarios las pagamos todos, lo sepamos o no, porque el déficit público -y esto lo es- al fin del día es deuda pública y eso quiere decir que todos tendremos que pagar los costes financieros y las amortizaciones de esa deuda con los impuestos que nos pongan.

Y para parecernos mas a Chipre resulta que el Ministro Guindos dice que los depósitos son “sagrados”-un claro exceso verbal- y ese mismo día Montoro, también ministro, dice que va gravar “moderadamente” esos depósitos sagrados. Nos quiere convencer de que es un impuesto sobre los bancos, como si no supiera que todo lo que grava a un banco lo acabamos pagando los clientes.

Y lo peor es que no sabemos la importancia de otro dato: nuestros ahorros de años que constituyen el fondo de Seguridad Social son dineros para garantizar nuestro futuro. Si, como dicen, los políticos los han dedicado a comprar deuda pública emitida por el Estado español, eso quiere decir que, en lugar de invertirlo en sitios seguros, nos han obligado a comprar títulos que si un día, por lo que sea, son impagados, recortados o devaluados, nuestro futuro, el que hemos trabajado a lo largo de años, sufrirá las consecuencias. Y el remate es que el Presidente del Gobierno parece que va a cotar que las cosas no son como decía sino algo peor. Pues nada. A seguir aguantando. ¿No?

Te puede interesar