Opinión

Tregua de boda

Además de su imagen de buen alcalde –Madrid es una ciudad difícil y según las informaciones que obran en mi poder no lo está haciendo mal del todo- José Luis Rodríguez Almeida ha aportado con su boda por todo lo alto, una especie de tregua pactada que ha insuflado oxígeno e infusiones de tila al turbulento mundo político en el que nos estamos meneando. Almeida se ha casado en la iglesia de la Compañía de Jesús que da a la calle de Serrano –la misma en la que en 1973 una bomba de ETA voló por los aires el coche blindado de Carrero Blanco- a media mañana y en día nublado, con una mujer veinte años más joven llamada Teresa Urquijo –de los Urquijo de toda la vida, emparentados con la realeza- y con la calle tomada por una multitud capaz de pasarse horas a la intemperie para ver entrar en el templo a contrayentes y convidados. Todos guapos y guapas, todos y todas de punta en blanco, con sonrisas felices, rostros radiantes, moda de alta costura, poco trapillo y muchos posibles, Froilán con los ojos pitañosos porque había estado de cuchipanda hasta las tantas de la mañana, el emérito que apenas puede ya desplazarse, y el maestro Boccherini y su paso de seguidilla, cuarto movimiento del quinteto en Do mayor Opus 30 “La música nocturna en las calle de Madrid” acompañando a los novios en su camino hasta el altar mayor, que es para mi gusto particular como si lo hubiera escrito Lennon y McCartney. En definitiva, que los comentarios, juicios, curiosidad, debate, brilli brilli y expectación levantada por el enlace han contribuido a crear una bolsa de calma que falta nos estaba haciendo porque esto se está poniendo espeso y hay que agradecer situaciones como esta boda que son capaces de desatascarlo.

Yo personalmente no entiendo mucho de moda, y si alguna vez entendí ya se me ha olvidado. En estos días posteriores al enlace he escuchado de todo: desde lo inconveniente que resultaba que Ayuso se plantara en la iglesia con un hombro al aire, hasta la sorprendente imagen de Esperanza Aguirre con una calabaza como tocado, lo guapa que es la madre de la novia y Victoria Federica de Borbón que debe sacarle veinticinco centímetros al novio. No sé si estará bien o mal comentado pero da igual. Es el guión. Lo que importa es la tregua.

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