Opinión

Protestar no es tan malo

La posibilidad de que el presidente de un Gobierno español adquiera la renovación de su cargo mediante la concesión de una amnistía exprés a la que acompañarían un rescate encubierto que paliara la ruinosa gestión económica de un gobierno territorial, acompañado por la posibilidad de convocar un referéndum a medio plazo que traspasa la legalidad y propiciara la separación de uno de ellos  de el resto está produciendo una fractura alarmante en la sociedad española cuya naturaleza se advierte en el propio partido  de ese mismo aspirante. La situación se angosta y se trasmite a todos los estratos sociales partiendo paradójicamente del descontento generado en el propio seno socialista, donde se han alzado voces disidentes y se cruzan ya desacuerdos profundos con la política emprendida por su cúpula. Las dimisiones y renuncias se suceden y afectan a veteranos prohombres de la entidad convertidos hoy en apestados por no comulgar con los dominantes.
Con todo y con eso, el síntoma más inquietante de esta cuestión es la deriva cada vez más aguda de sus dirigentes, empeñados en soslayar los propios principios de la libertad, tan costosa de recuperar, tan arraigada históricamente en este país nuestro, y hoy tan amenazada. Un partido que ha resuelto sofocar por la fuerza aquellas manifestaciones que ponen en duda sus criterios, recuerda peligrosamente situaciones parecidas reflejadas en ámbitos populistas y totalitarios, y un tratamiento expresado por la vieja máxima “o estás conmigo o estás contra mí” recuerda de un modo estremecedor el proceder de ciertos caudillos latinoamericanos que refrenan las opiniones adversas a cuenta de la porra y la pelota de goma. El tratamiento político utilizado por los portavoces del Gobierno en funciones que simplifica la respuesta considerando puros fascistas aquellos que se oponen a las pretensiones gubernativas es un disparate que aboca al desastre y contribuye aún más a quebrar el ordenamiento jurídico y la paz y la concordia entre los españoles.
No todos los que opinan en contra del Gobierno son derecha cerril y muy especialmente en este caso. Sobre todo si lo que se pretende es perdonar unas actuaciones que secuestraron durante más de un mes las calles de Barcelona y estuvieron a punto de matar a un policía –vigués por cierto- lanzándole un bloque de cemento en la cabeza desde una terraza.
 

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