Opinión

El ministro, el juez, el policía

Si bien ha llegado con su gesto feroz y sus modales de hampón de barrio bajo Óscar Puente para obligarle a reflexionar y reconducir al díscolo García Paje a base de zarandeos y amenazas y casi lo ha logrado, hay personas ejemplares que no se amilanan ante la intimidación, una práctica que ha hecho del ex alcalde de Valladolid nada menos que ministro y además de Transportes –un día antes de recibir el nombramiento estaba peleándose con el pasajero de un tren en pleno viaje- y que le ha convertido en el sujeto que se persona para volver las aguas a su cauce. Por las buenas o por las malas. El ministro
Pero al juez García Castellón no se le achante así como así, ni se va a plegar a los mandamientos de un Gobierno al que ya nada se le pone por delante. Manuel García Castellón es un veterano en cien batallas judiciales que no se pliega ni a las exigencias de su antiguo colega Grande Marlaska ni se acoquina ante los insultos de los diputados independentistas, ni solicita amparos a unas instituciones políticamente controladas que hace mucho tiempo que no lo defienden, ni va a renunciar por miedo, a conservar sus principios y ponerlos en práctica. Por eso sigue adelante, convencido de que le asiste la razón y absolutamente identificado con el espíritu que alienta la práctica de su oficio y el deber de lo que hace. Ayer elaboraba un nuevo auto que propone no exonerar de sus imputaciones tanto a Tsunami Democratic como al ex presidente catalán Puigdemont argumentando que algunas de las actuaciones llevadas a cabo por ambos durante los desmanes de Barcelona son incompatibles con la defensa de la vida humana y su carácter excepcionalmente grave no tolera la aplicación de amnistía en ningún caso. Y es que en efecto, en aquellas tristes y dramáticas horas, dos policía fueron heridos de gran consideración con riesgo extremo de sus vidas y tales consideraciones ofrecen una visión completamente distinta de los sucesos de cómo se habían planteado hasta ahora. El juez.
Y así fue realmente. Uno de los dos agentes de policía heridos en las calles de Barcelona fue un joven vigués al que los manifestantes hirieron dejando caer un gigantesco bloque de cemento sobre la cabeza desde una terraza. El policía fue evacuado en estado crítico y sospecho que aún hoy no se ha recuperado ni física ni anímicamente de aquel atentado. Todos se han olvidado de él menos García Castellón. El policía.

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