Opinión

Lo que todos saben

Las consecuencias de una disparatada entrega a unos socios políticos sin entrañas ni grandeza, dispuestos a obtener el máximo rédito posible de las necesidades de aquel con el que se pacta, han sido advertidas por activa y por pasiva no solo por los integrantes de una oposición obligada a serlo por el rigor de las mayorías y las carencias de una ley electoral adecuada, sino por muchos de los más maduros y reflexivos militantes y dirigentes de la formación que encabeza el pacto, un partido socialista que, en manos de una nueva generación dominante y ensoberbecida merced a criterios de naturaleza cuestionable y legalidad dudosa, ha quebrado todas las barreras morales, éticas e incluso programáticas y pragmáticas y ha abierto la caja de los truenos. El PSOE de hoy ha renunciado a todas aquellas virtudes que lo hicieron grande, eficaz y necesario. Y ha renunciado sobre todo y ante todo, a ser leal a una nación y a una ciudadanía con la que se implicó en su día y a la que sirvió fielmente con el compromiso y la generosidad de los mejores. Siglo y medio de lucha por la causa de la igualdad y la defensa de derechos y libertades se ha ido por la borda ante la irremediable creación de un panorama inaceptable cuyo contenido trágico para la sociedad  española del milenio nuevo comienza a reflejarse nada más iniciarse una legislatura. Una legislatura que está irremediablemente condenada no solo al fracaso sino al hundimiento más estrepitoso porque fallan los pilares que sostienen un marco de convivencia entre los españoles trabajosamente logrado tras los desmanes de una larga dictadura, la resurrección en forma de transición y la recuperación de la dignidad perdida gracias al esfuerzo, al trabajo y a la honestidad de hombres y mujeres que la pelearon y la conquistaron. El PSOE tuvo, en esta tarea, un papel tan trascendental como admirable.
Este pacto político contra natura que premia delincuentes y castiga al ciudadano honrado, que pulveriza la igualdad de los españoles, que crea injusticias interterritoriales, que premia golpistas y perdona delitos graves políticos y económicos, ha asomado su pata más negra a la primera de cambio y retrata de frente y de perfil a sus causantes, los mismos que, lejos de iniciar una serena autocrítica que les permita rectificar, le echa la culpa al vecino de sus deriva delirante. Así no se va a poder seguir y hasta el Gobierno lo sabe.

Te puede interesar