Opinión

El día de cada día

Aunque sospecho que la clave de todo está en la obtención de un mejor rédito económico, tampoco dejo de reconocer que algunas celebraciones tienen su lado lúdico, amable y jocoso. Ayer, por ejemplo, se celebraba en todo el mundo, el Días Internacional de los Espagueti Carbonara, un plato tradicional de la gastronomía romana al que, como ocurre con nuestra tortilla de patata, acompaña la polémica sobre las materias que intervienen en su elaboración, a cada sitio donde uno vaya. Los días dedicados a cualquier cosa sea material o inmaterial, han copado el caldario y apenas existen situaciones o productos que no tienen uno para celebrarlos. Sospecho que fueron los comercios y especialmente los grandes almacenes quienes institucionalizaron un día del calendario para otorgarles realce y venderlos mejor, y la moda se ha extendido, industrializado e internacionalizado ahora que ya ni hay fronteras ni existe dificultad alguna para encontrar cualquier producto en cualquier lugar, lo que, sin duda, dificulta a la hora de proponerse obsequiar con algo original cuando uno retorna de un viaje. Lo que uno encuentra en cualquier calle comercial de Kuala Lumpur lo encuentra también y con apenas variaciones en cualquier calle comercial de Vigo. Y así no hay nadie que sorprenda a nadie.

Los espagueti carbonara por tanto, son como la tortilla de patata en su vertiente más inclinada al debate. Nosotros discutimos hasta la extenuación si debe o no debe cocinarse con cebolla, y los italianos  se van a las manos con la nata o no la nata. Los puristas consideran la aplicación de nata como una blasfemia, y apelan para demostrarlo en las características que concurrieron al parecer en la invención del plato, acontecido coincidiendo con la entrada  en Roma de los ejércitos aliados en la II Guerra Mundial, especialmente los soldados norteamericanos que mezclaron lo que había de en la calle –queso, huevos y pasta- con parte de las reservas que llevaban en sus raciones de campaña –beicon y pimenta en sobres- de modo que de nata, nada.

Por tanto, y que lo sepan los que quieren hacer carbonara: tallarines mejor que espagueti, yemas –solo yemas-, queso pecorino romano, guanciale (tocino de papada), pimienta y un cazo de agua de la cocción. Y nada más. Y está muy bueno, palabra.

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