Opinión

Comparecencias peligrosas

Cuesta entender cómo puede merecer la pena que personas de cierto prestigio asuman la participación en situaciones que abochornan, exigidas por su militancia en una determinada formación en cuyas instituciones desempeña ciertas responsabilidades. Ayer se produjeron dos ejemplos manifiestos de estos comportamientos vergonzantes que exigen tragaderas y proponen los peores ratos a quienes no tienen más remedio que prestarse a  desarrollarlos. Y el que no esté dispuesto, ahí tiene la puerta que otro habrá dispuesto a sustituirlo incluso por menos paga.

Las escenas todas ellas relacionadas con una batería de compromisos que el presidente Sánchez han resuelto plantear para defender su estancia en la Moncloa, afectan por igual a dos de sus peones de cierta confianza –en política la confianza plena ni está ni se la espera- que no han tenido más remedio que dar la cara para tratar de maquillar el disparate cometido por su presidente relacionado con la batería de cesiones prometida a los independentistas catalanes. En el primer caso, el que ha dado la cara es un ex lehendakari del Gobierno vasco llamado Patxi López que hoy desempeña el incómodo rol de portavoz parlamentario del grupo socialista, y que no ha encontrado mejor explicación a la discrepancia de base –aquella que señala la interpretación que de uno de los decretos que componen el pacto hacen desde Madrid y Barcelona- que culpar a la urgencia que implicaba la redacción del documento en el que se sustancia. Tan lamentable y ridícula ha sido la intervención del político vasco -culpando a la prisa de que el texto sembrara tantas incógnitas- que al final ha recogido los papeles y ha salido pitando y dejando de paso a los cronistas parlamentarios con la palabra en la boca.

La otra situación que igualmente compromete y sonroja,  compete a la portavoz del Gobierno, la ministra de Educación Pilar Alegría, que ha tenido que pechar con otra comparecencia en público exactamente igual de incalificable sobre el mismo asunto sin que lo que ha dicho pueda convencer a nadie. Especialmente a los catalanes, que por el momento se sienten estafados. Y así vamos de día en día y de mentira en mentira. Al final, a los mentirosos se los acaba cogiendo. Más tarde o más temprano. Aquí también pasará.

Te puede interesar