Opinión

El bocas y el apocado

He estado reflexionando sobre los excesos verbales que han protagonizado este fin de semana dos jugadores del Barcelona y si bien me explico uno de ellos, no me cuadra el otro. Gerard Piqué tiene una boca tan grande que en ella le entra una zapatilla de playa. Quizá por ello, los que menos aprecio le tienen le llaman en Barcelona el “boca-chancla”. A los treinta años y con la misma madurez mental que mi nieta de cuatro, Piqué se ha habituado a protagonizar declaraciones explosivas y los actos menos juiciosos así que llueve sobre mojado. Como aquel día que le escupió en la espalda a un federativo cuando la selección nacional festejaba la victoria  en el Mundial sobre el techo de un autobús por las calles de Madrid. También dio un curso de humanidad y respeto amenazando e intimidando a dos guardias que le habían prendido una multa en el parabrisas de su flamante coche mientras el defensa jugaba al póquer en el casino de su ciudad. Ayer, tras el partido de la selección en París, firmó unas declaraciones ante los micrófonos de las que no tocan en esos momentos ni esos vestuarios son lugar ideal para hacerlas. Pero Piqué –a pesar de que su señora asegura que es el tipo más juicios que ha conocido- no se distingue precisamente por su sentido común y cuando  imagina al Madrid en su interior intenso  y muy dado al exceso, se desquicia por entero. Algún día será presidente del Barça que ha tenido muchos presidentes de su calibre así que uno más con el juicio distraído poco importa. Iniesta, que es un hombre sensato y así lo adora todo el mundo, no las hubiera hecho pero Piqué es Pique. No es uno de los capitanes de su equipo  a pesar de su veteranía y sus galones. Por algo será, digo yo.
Mayor incógnita me merece Leo Messi y ese extraño e infrecuente comportamiento que le ha valido una sanción de cuatro partidos que alejan al futbolista argentino de su selección en momentos sumamente delicados para la albiceleste. Es posible que le rebajen la condena pero aún así, el calentón con uno de los árbitros auxiliares no tiene sentido ni explicación alguna. Perdió por completo el control y esa pérdida en un personaje tan comedido y tímido como es Messi no cuadra.  Dicen que se quería borrar ante Bolivia, pero se ha borrado para cuatro fechas. Si Argentina no se clasifica, mejor que no vuelva.
 

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