Opinión

Pisando la manguera

Pues, dilecta leyente, el título también podría ser: “Entre bomberos no nos pisemos la manguera”, y es que un observador un tanto desorientado podría erróneamente llegar a la falaz conclusión de que anda la cosa un tanto desafectuosa entre las distintas policías en relación con las denuncias por exceso del límite de velocidad a los coches Z o K (camuflados) del CNP, que pueden terminar en el Juzgado, en base a denuncias de los policías locales. Sin embargo, (el artículo 25 de) la Ley de Seguridad Vial les exonera si se justifica que actúan en servicios de urgencia. Por ello, gracias al buen hacer del jefe de los municipales vigués, siempre, antes de dar traslado al fiscal, se da la oportunidad a los nacionales de ejercer su derecho de defensa, que se une a la denuncia y se lleva al expediente, para que la fiscalía dictamine lo conveniente, en base a todo lo actuado. Con ello se evita la generalización de las denuncias, sin previa comprobación de su justificación, releva al fiscal de tener que solicitar explicaciones a la DGP, no se distorsiona la función policial e impide que se obstruya la buena relación entre los agentes.
Claro que la pregunta podría ser: ¿“Quis custodiet ipsos custodes? (¿Y quién vigila a los vigilantes?) La pregunta sería capciosa y hasta impertinente, pues los hechos demuestran que también los “locales” se denuncian entre ellos, como existe reciente constancia. Y eso está bien, porque nadie debe estar por encima de la Ley y que para ganarse el respeto del infortunado sancionado hay que dar ejemplo. En eso, habría que mirarse en el espejo de la Guardia Civil de Tráfico, que no se casan con nadie, pero te multan con un tal respetuoso saludo, que más a que a la protesta incita al beso en la boca, eso sí, sin lengua. Y es que no hay que confundir compañerismo con corporativismo.
El compañerismo es una bella palabra que implica dar confianza y protección al colega en el servicio, incluso poniendo en riesgo la propia integridad física; lo que no significa ser cómplice de sus “falcatruadas”. Mientras que el corporativismo es defender los intereses de clase, sea ello justo o no.
Hoy la Ley de Fuerzas y Cuerpos de Seguridad establece dos principios: Coordinación y Cooperación entre los distintos Cuerpos, o sea: La pasma, los picoletos y los pitufos. Coordinarse viene a ser que cada uno conozca su función y actúe congruentemente con tal conocimiento para no interferir en la función de los otros, dando al traste con una operación montada, cooperando, además, a la optimización de los recursos, evitando así una duplicidad de medios. Mientras que la cooperación viene a sustituir al anterior de subordinación, por el de competencia, es decir que la ayuda viene a tener carácter horizontal y ya no vertical, supeditada a la función específica de cada Cuerpo en aras de una mayor efectividad que redunde en favor del ciudadano y el servicio a la Justicia. Por lo que a los dos anteriores principios habría que añadir el de respeto mutuo, aunque, por supuesto ya se considere implícito.
Se debe tratar de evitar casos, como los ocurridos hace tiempo en Poio, donde una patrulla local estuvo a punto de obstruir una operación de la bofia al retener para multar al inspector por hablar desde el coche por el móvil, al parecer dirigiendo el operativo. El SUP (un sindicato del Cuerpo Nacional de Policía) se quejó entonces del exceso de celo y prepotencia de los agentes. Por otra parte el SIPLA (un sindicato de la policía municipal)  lamentó la falta de intercambio de información que pone en peligro la seguridad de los locales, como pasa en casos de atracos con “pusca”. Situación que difícilmente se daría en Vigo en donde existe, hoy, una fluida intercomunicación entre todas las policías. De algo tienen que servir las Juntas de Seguridad.
En casos de abusos detectados, para eso está el reglamento disciplinario de cada Cuerpo que sanciona a sus propios miembros, con el objetivo de preservar su honor como colectivo; pero cuando los de un Cuerpo tienen que detener a los del otro por un ilícito penal, como a veces  ha ocurrido, algo huele a podrido más acá de Dinamarca.
Por lo que el dicho: “Entre bomberos no nos pisemos la manguera”, no debe ser obstáculo que impida que la manguera rocíe al que esté pringoso, para así higienizar la imagen del resto de la estirpe policial.
Por cierto, ¿cuándo el ínclito ministre Marlaska, va a equiparar económicamente a la policía estatal con las autonómicas?
¡Feliz Día del Cuerpo Nacional de Policía!

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