Opinión

Olé, olé y olé...

Acullá de este acá de mil riberas, frontera con el Al-Andalus, al sur del sur, donde según Rafaela Carrá –con conocimiento de causa, me imagino- se hace bien el amor y el Guadalquivir se hace océano, me he topado el otro día –iba camino del moro- con la feria de las ferias. La de abril. La de las flores. Sevilla en toda su esencia: potente el verso, florido el verbo, la pena fácil, el gesto grácil, de lidia el toro y el cante jondo… ole, ole 
 Idea de ‘Bonaplata’ y de ‘de Ybarra’ –un catalán y un vasco, que tiene guaza la coza- para exhibir la mejor ganadería de aquel entonces, año 1846; hoy es sombra iluminada de una feria –de trabajo- que duraba un par de días en sus inicios, devenida en absentismo laboral, lucerío y cartón piedra. Y eso sí, que lo vi con estas dioptrías: ese señorío que no se puede aguantar; esa Maestranza grana y oro; ese poderío, ese arte, ese capote, ese tronío… ole; y esa ‘manzanilla’ que quebranta los estómagos; y ese ‘rebujito’ que no hay dios ni ibuprofeno que lo bajen, una vez se ha subido a la cabeza. Quien lo probó lo sabe. 
 No critico. Lo constato. Manolas de andar por casa, mantillas de todo a cien, jamelgos enjaezados, carpas, lunares, carretas, pijerío engominado y paletos con corbata. Y esas casetas VIP para los señoritos: y las cigalas de Huelva y el jamón de pata negra. Y ese polvo, ese sudor y esa fritanga para los currelas. Y esa cruda realidad: a pesar de que Serrat -‘hoy el noble y el villano bailan y se dan la mano’- los mezclaba por San Juan, no se mezclan por la feria. Y ese ‘socialismo’ que lleva 37 años subvencionando la pobreza; y esos sindicatos consintiendo y auspiciando la desigualdad; y esos partidos políticos trajinando con el voto. Todos ellos con caseta en el ferial.
 Y uno que es gallego, y jodedor, va y se lo piensa: diciembre los villancicos, carnaval las chirigotas, Semana Santa saetas, feria de Abril sevillanas ¿cuándo trabaja este coro de cigarras? Y entonces cae uno en cuenta de que ahora están en la romería del Rocío; y luego vendrán las sacrosantas vacaciones; y luego ‘la caló’, y la ziezta que no ze pue perdonar. En fin. Son 8 millones y medio de habitantes. Y eso marca diferencias: ‘un paisano un voto’ la primera.  Sea como fuere, como me advirtió un amigo sevillano (que está en el paro): ‘a la cita de la feria no se falta, si es preciso se pide un crédito’... ole. Pero basta ya de tópicos: ni en Galicia nos la pasamos en mitad de la escalera, como lamprea en boca de río a ver qué podemos chupar del presupuesto; ni los andaluces son flojos y mangantes: hubo uno que encontró un trabajo… ¡y lo devolvió ipso facto! Eso dicen. 
 Sea como fuere, y me repito, todos somos españoles. Unos más que otros, eso sí. Según el número de votos, ¿o de vagos? 

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