Opinión

El fletán y el Cabo Estai

De entre todos los mares, el de Terranova, frente a Canadá, es el peor por sus temperaturas bajo cero, vientos constantes y un brutal oleaje con el que muy pocos se atreven. Ahí se encuentra la zona NAFO, un área de miles de kilómetros cuadrados gestionada por una organización internacional pesquera bajo la batuta de Canadá, que no pierde la ocasión de intentar hacer suyas las aguas, ricas en especies como el bacalao y el famoso fletán. Probablemente, muchos no sabrán aún en qué consiste este gigantesco pez plano, pero es probable que lo hayan consumido en su forma procesada o congelada como lenguado al limón, su nombre comercial. El fletán fue culpable de una guerra hace 30 años entre España y Canadá, donde buques de sus armadas estuvieron muy cerca de dispararse. El Gobierno canadiense había dado órdenes de emplear la fuerza contra los pesqueros españoles, todos vigueses, que se encontraban faenando en territorio NAFO. 

Aquella guerra, cuya imagen fue el buque “Estai”, que todavía existe aunque navega por las tranquilas aguas namibias e incluso fue designado Vigués Distinguido, tuvo su final en una derrota española/gallega/viguesa y también en que todas las partes aceptaban no emplear la fuerza.  El resultado es la celebración de dos reuniones del plenario de NAFO en Vigo y que la actual responsable científica es una viguesa del Instituto Español de Oceanografía que se encuentra -curiosa paradoja- en Cabo Estai. Esta semana contó en este diario que las posibilidades de ampliar las capturas de fletán son mínimas y que el actual reparto de toneladas es el adecuado. Así que no va a haber más cuota de pesca, muy poco frente a principios de los noventa, cuando la flota expulsada de sur de África encontró la posibilidad de explotar este enorme pez, hasta entonces prácticamente desconocido, modificando el sistema de arrastre en profundidad e instalando mayores motores. Su éxito fue su perdición: Canadá vio que era un filón y decidió quedárselo y de ahí la guerra. La buena noticia es que la flota viguesa, pese a los mares terribles, que se llevaron al fondo al “Villa de Pitanxo” en un accidente aún por aclarar, va a continuar allí. Es un símbolo de la decisión de resistir y permanecer y eso no tiene precio.

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