Opinión

Doña Sofía

Creo que somos muchos a los que, ante los tristes y lamentables avatares que atraviesa parte de la monarquía española, viene a nuestra memoria la figura señera, culta, discreta y sobria de la reina doña Sofía de Grecia. Sin lugar a dudas, en su actitud influye el haber sido criada en una monarquía como la griega. Sigue el guión a rajatabla y para nada da la nota como gran parte del resto de su familia.

Sin duda el momento es complicado para la Casa Real española, en la que el ejemplo y rectitud del monarca Felipe VI está dando muestras de un equilibrio ciertamente dificilísimo, tomando medidas que imaginamos habrán sido dolorosas para él pero que, por bien de la institución, las toma sin vacilar. Porque, por muy monarca que sea doña Sofía, bien creemos que tiene su corazón que estará pasando momentos nada fáciles. Primero la actitud reiterada del aún legalmente su esposo. Una actitud que revela a las claras la falta de sensatez del anciano rey emérito que debiera pensar un poco más en lo que significa y el mal que causa con sus actitudes actuales que echan por tierra la plausible de los primeros años en el poder. Desde cualquier punto de vista hay hechos muy condenables que debieran hacerle pensar un poco más. Actitudes a las que doña Sofía ha respondido y responde siempre con el silencio y una sonrisa sin echar más leña al fuego. Esto es muy de agradecer por el bien de España.

Pero al comportamiento de su esposo se añaden las desavenencias matrimoniales de sus dos hijas y esperemos y deseamos que nunca lleguen al actual rey y a su esposa doña Leticia. Esperemos y confiemos. Porque Felipe VI además de una acrisolada formación está dando sobradas muestras de su equilibrio pese al rechazo de algunos sectores. Don Felipe cumple con su deber sin perder tiempo en rebatir o atacar a sus detractores. Una actitud, la del actual rey, que merece la aprobación y que, a nivel internacional, está consiguiendo notable prestigio. Su paseo por las calles de Puerto Rico después de la “hispanofobia” que esta surgiendo en Hispanoamérica es muy positiva. Llega ahora, después del divorcio de la infanta Elena y Jaime de Marichalar, la separación de Urdangarin y Cristina. Increíble esto último que suena a entresijos por descubrir.
Porque el ex duque de Palma pasó por un juicio muy mediático y fue desposeído de todos los títulos. En aquel momento hubiese sido más o menos comprensible la ruptura, como así pedían desde ciertos sectores, también familiares. Pero haber esperado ahora después de un juicio en el que su esposa le defendió, suena muy mal después incluso de vender posesiones como la mansión de Pedralbes. La infanta Cristina dio el do de pecho en su defensa en el juicio del célebre caso NOOS y ahora este ex jugador de balonmano le paga de esta manera luciendo otra compañera por las calles de Vitoria. Increíble realidad que suena a infidelidad, traición o soberbia. Según parece la cosa viene de atrás y su esposa lo sabía, al igual que su familia, que siempre se opuso a este matrimonio. Pero así están las cosas que este vasco debiera aclarar.

Pero el tema de fondo es la reina emérita doña Sofía. Sin duda alguna esta ejemplar señora lo debe estar pasando muy mal aguantando carros y carretas a todas horas como –recordemos- la célebre salida de la misa de Pascua hace años en Mallorca. Todo un cúmulo de hechos que han ido minando a la familia, mientras Sofía sufre, aguanta y calla. Toda una señora.

Te puede interesar