Opinión

Entes locales y política social

La integración social, la atención a los marginados, a los más desfavorecidos, a las familias desintegradas, a los que precisan de modo especial atención médico-sanitaria, etc. es un gran problema que demanda soluciones razonablesy humanas. Es posible que nuestra sociedad no sea capaz de articular una respuesta satisfactoria a tantas necesidades como se descubren, en buena parte ocasionadas por su misma estructuración, pero no podemos esperar ni aspirar estérilmente a una solución universal como los utopismos de toda especie pretenden. Por eso, la política municipal ha de enfrentarse al ámbito de lo real concreto. Los pobres en los censos municipales no son normalmente –con la salvedad de las grandes urbes- meros listados estadísticos. A poco que el político local despierte su sensibilidad, descubrirá el rostro de los necesitados, los ojos que lo miran. Sin frivolizar, la acción política ha de ser capaz de hacer suyo el lema de marketing de tantas grandes empresas, de hacerlo realmente suyo: ofrecer soluciones personales.

En la vida municipal se trata de llegar a las personas concretas, para responder a sus aspiraciones, sus necesidades y sus inquietudes. Pero la dimensión de los problemas, su complejidad creciente, su extensión -correlativos al desarrollo de nuestras sociedades- parecen hacer inviable esa fórmula de personalización que se propugna, si no es en el mundo de los sueños. Sin embargo la sensibilidad social presente en tantas iniciativas nos ofrece un instrumento inestimable en el voluntariado, que el político local debe saber actualizar y hacer eficaz. Aquí se hace patente, de un modo incontestable, que la acción política puede considerarse también, y sobre todo, una acción solidaria.

La acción política, especialmente la local, sólo puede hacerse desde una comprensión abierta de la realidad humana –que trascenderá toda esquematización-, sin imposiciones dogmáticas –en abierto diálogo con quienes sean capaces de mirar más allá de su exclusivo interés-, abriendo cauces de participación que hagan más asequible a cada uno el protagonismo de su propia existencia. Y la protección del bien superior que es el hombre, cada hombre y cada mujer en su circunstancia, la que fuere –pero más, y sobre todo, cuando lo desfavorece- es el objetivo último, la finalidad de la política. Y una de sus formas más nobles, precisamente por estar más en la realidad, es la política local. Más en tiempos de pandemia.

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