Opinión

Francina Armengol y el nivel exigido para presidir el Congreso

En el poco tiempo que lleva al frente del Congreso de los Diputados Francesca Lluc Armengol Socías está demostrando que le falta el nivel de objetividad de oficio que requiere ocupar el tercer puesto del Estado y saber ejercer el equilibrio que exige ejercerlo por encima de su propia ideología, con el adecuado respeto y ponderación con los demás, le guste o no su discurso. Su modo de actuar, su arbitrariedad llamativa ha quedado repetidamente demostrada, perfeccionando conductas que ya mostró durante su cargo como presidenta de Baleares. Y atención a su proximidad al independentismo catalán. Mientras estudiaba farmacia en Barcelona fue una activa militante al sindicato estudiantil independentista Bloc d'Estudiants Independentistes. Y no menos discutible fue la imposición del conocimiento del catalán como mérito preferente sobre la propia capacidad especifica profesional para acceder a la Sanidad Pública.  Promovió la exigencia del conocimiento de catalán para médicos y enfermeros que trabajan en hospitales. De las 40 categorías existentes, para 34 se estableció como requisito fundamental el dominio de esta lengua cooficial. Se justificó por los derechos lingüísticos en las Islas Baleares, lo que mermó la propia nómina de personas disponible que cumpliera tal exigencia
Es evidente que a uno no se le ocurre a nadie comparar a Francina Armengol con otros presidentes del Congreso de su propio partido o del PP, que supieron ejercer el puesto con rigor e independencia, como Landelino Lavilla Alsina, Gregorio Peces-Barbao, José Bono, Ana Pastor o la propia Meritxell Batet. Armengol está demostrando desde el primer día su doble vara de medir. Antes de que la portavoz de Junts acusara abiertamente con nombres y apellidos a magistrados en ejercicio de conductas ilegales contra Puigdemont, ya había tolerado que lo hiciera el mismo Gabriel Rufián en el propio debate de investidura de Pedro Sánchez. mientras éste acusaba abiertamente al juez de la Audiencia Nacional Manuel García-Castellón de practicar la guerra judicial contra los independentistas. Pero ya en la etapa de Armengol como presidenta de Baleares hubo otro conflicto con la imagen de los jueces. Como resultado de la colaboración entre el Ministerio de Igualdad y el Instituto Balear de la Mujer circularon una serie de carteles que acusaban al Poder Judicial de machismo. En uno de ellos, muy visible, colocado en el intermodal de Palma de Mallorca, representaba a un juez maduro preguntando a una mujer con el brazo en cabestrillo: "¿Cómo voy a creer que su marido la maltrata si usted está viva?".
Armengol administra los tiempos de modo arbitrario, cuando habla algún miembro del Gobierno o sus consocios, se alarga, como se pudo comprobar en ocasiones con la misma Yolanda Díaz, mientras advierte severamente a los demás que abrevien o, como ya pasó con Feijoo le corta directamente la palabra. Y otra llamativa actuación fue cuando le retiró la palabra a Abascal, alegando que un diputado no puede en aquel recinto atacar los cimientos de la democracia, en tanto Rufián y Miriam Nogueras pueden decir lo que gusten sin tasa. Cierto que Abasal dijo un exabrupto, pero del mismo calibre que se dicen otros. Por otro lado, se ha señalado que la introducción de las lenguas cooficiales, con situaciones pintorescas en el debate, no respondió a otra cosa que facilitar que Sánchez cumpliera sus compromisos con sus socios independentistas. Su carrera política ha estado jalonada de algunos llamativos episodios.  En el momento más delicados de las restricciones que se impusieron al país, durante la fase crítica de la Covid-19, Armengol fue sorprendida el 7 de octubre de 2000 en una noche de copas en un establecimiento del casco antiguo de Palma, cuando la Policía Local intervino en el establecimiento, abierto más allá de la hora permitida. El dueño del bar alegó como descarga que no pudo cerrar antes debido a la presencia de una "autoridad" o sea Armengol. Lo más escandaloso es que Francina incumplía la norma que ella misma había dictado de la apertura de los comercios debía cesar a la una de la madrugada. A pesar de esto, continuó con su celebración hasta la intervención policial, que se desencadenó tras denuncias de vecinos de la zona. 

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