Opinión

Las barbas del vecino

El Gobierno griego que dirige Alexis Tsipras está en un callejón sin salida con la convocatoria del referéndum, que si llega a celebrarse y triunfa el ‘no’ a las condiciones impuestas por el Eurogrupo abocará a la salida de Grecia de la zona euro, una posibilidad que todas las instituciones  consideran negativa para el proyecto europeo, para los propios griegos y para otros países del sur de Europa que pueden verse contagiados de la crisis griega. A nadie interesa que Grecia salga del euro, pero algunos quieren vencer sin convencer.  
Por el momento, los países europeos que pueden verse más afectados por la quiebra griega se mueven entre varias premisas que son contradictorias entre sí. Se expresa la solidaridad con el pueblo griego pero simultáneamente se le exige que satisfaga unos compromisos que no puede cumplir en el tiempo y forma establecidos y, en el plano interno, los gobiernos del sur de Europa –España y Francia, especialmente- se esfuerzan por señalar que en este momento están mejor preparados que hace cuatro años para afrontar la crisis porque han reformado su sistema financiero y sus economías están en rumbo de crecimiento sólido.
Pero tanta insistencia en esos datos, como han puesto el presidente francés François Hollande y el ministro de Economía español, Luis de Guindos, no hacen sino tratar de lanzar el mensaje de que se podrá resistir mejor los embates de los especuladores que pueden poner en riesgo la solvencia de un país y abocarlo a la quiebra. Porque esta es una de las cuestiones que está en juego en el caso español, la capacidad de resistir ante los ataques a las debilidades de la economía española, con una deuda cercana al cien por cien, con dificultades para cumplir los plazos de reducción del déficit, y todo ello sobre la base del distinto sacrificio realizado por las ciudadanía con crecimiento de las desigualdades y aumento del número de ricos, que es síntoma de que el esfuerzo para superar la crisis no ha sido por igual.  
Si uno de los problemas de Grecia es su dificultad para enjugar la deuda pública este es el  mismo para España, y existe el convencimiento entre los expertos de que en las circunstancias actuales es impagable, por lo que si Grecia no logra un acuerdo que evite el referéndum o si se pliegan en él a las condiciones del Eurogrupo y la ‘troika’, las presiones para que España siga ajustando su economía por la vía de la austeridad van a arreciar, con las recomendaciones ya conocidas realizadas por el Fondo Monetario Internacional, y las presiones de la Alemania de Merkel  y de los países del norte se acentuarán y cualquier intento de rebelión por la vía electoral será sofocado de la misma forma que ha sido el griego, que a la postre no pide sino más tiempo para afrontar los pagos.
Mirando hacia el interior y con la vista puesta en las próximas elecciones generales, si el gobierno de Tsipras obtiene una salida que pueda enarbolar como un triunfo ante sus ciudadanos, supondrá dar aliento a sus simpatizantes de Podemos, y confirmar que quien resiste gana y que no solo hay una política económica posible, sino que el mundo no se acaba a plazo fijo y que existen valores nacionales y europeos superiores al pago perentorio de la deuda.  

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