Opinión

¿A quién desgasta más el poder?

Giulio Andreotti, siete veces primer ministro de Italia, un político dotado a partes iguales de talento y cinismo, entre otras muchas "perlas", acuñó una que bien podría enmarcar el clima que nos espera en España a lo largo de la próxima legislatura: "El poder desgasta... a los que no lo tienen". Cínica reflexión que debería hacer reflexionar a quienes entre nosotros, estando en la oposición, se consuelan esperando que los problemas que se acumularán sobre la mesa del futuro Consejo de Ministros acabarán desgastando a quien presida el Gobierno. Para el caso y ante la casi dada por fallida investidura de Alberto Núñez Feijóo, el futuro gobierno presidido por Pedro Sánchez.

Claro que tendrá que afrontar todo tipo de problemas, algunos de ellos relacionados con los pactos ignominiosos allegados con los independentistas catalanes y vascos que le exprimirán y no tendrán reparos en empujar al Ejecutivo a cambios de leyes o incluso a algo todavía peor: intentar cambiar la Constitución por la puerta de atrás. Pero Sánchez, acreditado funámbulo, los sorteará ayudado por su falta de escrúpulos apoyándose en su principal baza: el poder. Sufrirá, qué duda cabe, un gran desgaste porque muchas de sus maniobras tropezarán con la oposición del Senado donde el Partido Popular tiene mayoría absoluta. Pero la Cámara Alta, a la manera de cómo el Mar de los Sargazos opera con los barcos, retiene por algún tiempo los proyectos pero estos acaban retornando al Congreso donde la mayoría de investidura de Sánchez podrá sacarlos adelante.

Todo serán problemas también con los presumibles recursos de algunas leyes ante el Tribunal Constitucional, pero en aquella Casa gobierna un reconocido entregado a la causa sanchista por lo que cabe presumir que Sánchez intentará seguir navegando. Sólo un poderoso viento de proa procedente de la situación económica podría crearle problemas verdaderamente serios.

De lo apuntado se desprende que Alberto Núñez Feijóo, como presumible renovado jefe de la oposición, tendría que ir haciéndose a la idea de que la travesía será larga. Incluso muy larga. Sánchez tiene acreditada maestría para retorcer lo que sea menester con tal de seguir en La Moncloa. Y más con el BOE a disposición de sus necesidades políticas. La esperanza de que abocaremos una legislatura corta -Feijóo le había ofrecido a Sánchez un pacto de dos años- se debe más a un impulso freudiano que a un adecuado reconocimiento de la realidad. Sánchez, tras seis años sin caerse del alambre, ha demostrado lo acertado de la cínica sentencia de Andreotti.

Núñez Feijóo no debería engañarse al respecto, porque la experiencia demuestra que quien corre más peligro de desgaste es la oposición. Más en el caso de la derecha española, dividida y tan pronto dada al desánimo como parece deslizarse ya en algunas voces.

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