Opinión

Números o principios

Con el inesperado progresismo de María Guardiola (PP), la aspirante a la presidencia ha roto más de una cintura política entre propios y ajenos. Pero, a la vez, ha tenido la virtud de tocar los tutoriales al uso en los pactos del PP con Vox resultantes de las elecciones territoriales del 28 de mayo (140 ayuntamientos, la Comunidad de Valencia, un preacuerdo en Baleares y Aragón y posible acuerdo en Murcia).

El espinazo de la dinámica generada en dichos pactos lo plantea en toda su desnudez el aludido discurso de Guardiola. A saber: números o principios, lo tangible o lo intangible, el fuero o el huevo ¿Cuál es o cuál debe ser el fiel de la balanza en el proceder de un partido o sus dirigentes? Responden los hechos: según el qué de los principios y el cuánto de los números. Sería una simpleza quedarse sólo en lo uno o sólo en lo otro.

No tengo nada claro que Guardiola desdeña el pacto con Vox por una cuestión de principios si los 33 escaños teóricamente a favor no estuvieran repartidos como ahora (28 PP más 5 de Vox), sino con mayor peso de Vox. Por ejemplo, 20 del PP más 13 de Vox.

O sea, que se pone estupenda en materia de principios porque, siguiendo la doctrina Feijóo, 5 diputados es muy poco para condicionar un gobierno frente a los 28 de la fuerza mayoritaria. Quiero decir que, en el fondo, la posición de la aspirante a la presidencia extremeña también está dictada por la notable diferencia entre los 28 escaños del PP y los 5 de Vox. Un hecho contante y sonante que le permite venirse arriba y declararse más feminista que nadie, más humanista que nadie, y así desmarcarse de la ultraderecha, que tiene muy mala prensa.

¿Números o principios? Pues, según y cómo, aunque yo creo que lo que siempre, siempre, siempre, se impone es la concepción de la política como ese oficio de mercaderes del que hablé en uno de mis anteriores artículos: operaciones de compraventa de escaños al peso, a la luz de lo que de verdad importa en política: la conquista del poder, o su conservación cuando ya se tiene.

Si en esta ocasión Guardiola se ha envuelto en la bandera de los principios es porque creía que los números le daban para recrearse en el fuero y no en el huevo. Seguramente no contaba con el empecinamiento de Vox que, a pesar de su fragilidad aritmética, pone como condición innegociable la entrada en el gobierno de la Junta de Extremadura.

Pretensión rechazable con solo el 8% de los votos, según la tesis del líder del PP, Núñez Feijóo, pero que sería aceptable con el 12% de los votos, como en Valencia. Ahora todo el mundo se pregunta, de cara a las elecciones del 23 de julio, si el PP nacional aplicará el modelo extremeño o el modelo valenciano si, como todo parece indicar, también tiene necesidad de los escaños de la ultraderecha para formar el Gobierno de la nación.

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