Uno de los trabajos más importantes realizado para reproducir el rostro, carácter y enfermedades de Cristóbal Colón (alias Pedro Madruga*), corresponde al Doctor en Medicina y Presidente de la Sociedad Colombina Onubense, Don José María Segovia.
“Es indudable –dice aquel en su discurso- que la figura del Descubridor es tan misteriosa y desconocida, complicada y velada su personalidad, como oculto su origen y cautelosa forma de proceder en hechos palabras y escritos. El Almirante no quiso dejar huellas de lo relacionado con su físico”.
Su hijo Hernando, nacido en 1488, dice que su padre era de más que mediana estatura, de cara larga, mejillas afiladas, nariz aguileña, ojos garzos y cabello rubio en su juventud. Su piel era blanca pero quemada. Era hombre de buen comer y beber, tenía la voz grave, era de una conversación amena, no juraba ni lanzaba imprecaciones y era muy religioso.
Según el padre Las Casas, el Almirante fiaba en Dios todas sus acciones, como un hombre predestinado por la Providencia. Cuando describe a Colón, lo hace de la misma forma que lo hizo su hijo Hernando. Pero más expresivo que aquel, señala que es de estatura más alta de lo normal. Sobre la nariz, añade que era algo corva. Dice que es de carácter alegre, a veces gracioso y bien hablado, pero grave con los de su casa; calificándolo de venerable y hasta de reverencial. Que a su vejez tenía barba y cabello rubio, pero que en la época del descubrimiento lo tenía gris.
Cuenta Fernández de Oviedo, en su Historia General de Indias, que Colón era de brazos y piernas fuertes, de buena estatura, de ojos vivos, de rostro encendido y que tenía pecas en la piel. Manifiesta que era muy ingenioso al conversar y en ocasiones gracioso; pero hombre duro de genio cuando se enfadaba. Su altura ha sido calculada en un metro setenta y ocho centímetros.
El portugués Juan de Barros dice que era elocuente y glorioso. Afable con los extraños, cautivando desde el primer momento a los frailes de La Rábida; sabiendo atraerse a los que le convenía.
La opinión del doctor Segovia respecto a los síntomas observados por el Almirante para diagnosticar sus diferentes patologías, se centra principalmente en sus inflamaciones articulares, artritis reumatoide, muy común entre los trabajadores del mar; dato que descubrió el propio Cristóbal Colón en 1493.
En el segundo viaje, esto es, en 1494, cogió el tifus exantemático. En el tercero, acusa nuevos síntomas de artritis, sobreviniéndole una pérdida de visión. Y en el cuarto viaje vuelven las fiebres, durante un año en Jamaica, entre 1503 y 1504. A su regreso a Sevilla, pasó allí seis meses completamente tullido, declinando definitivamente su actividad física; falleciendo en Valladolid dos años más tarde, a los 73 años de edad.
“El síndrome predominante en Colón –concluye el Doctor Segovia- fue sin duda alguna el artrítico, llamado Síndrome de Reiter, con su triada de conjuntivitis, uretritis y artritis”.
(*) Pedro Álvarez, hijo bastardo de Fernán Eannes de Soutomaior y de Constança Gonçálves Colón.