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Siendo yo defensor, como sabéis, del origen gallego de Colón, no sería de recibo marginar en este pleito a las autoridades regionales. De forma tal que, dos años antes de haber exhumado la Universidad de Granada los restos del Almirante –esto es, en 2001- contacté con la Junta de Galicia a través del Ilustrísimo Señor Don Jesús Pérez Varela, para rogarle que aprovechando la labor de aquella Universidad andaluza, rescatasen el ADN del Descubridor para poder compararlo con el de la familia Soutomaior, a la que de acuerdo con mi tesis perteneció el propio Cristóbal Pedro.

Previamente, había yo contactado con la Sociedad Española de Paleopateología, por medio de uno de sus socios fundadores, el doctor don Celso Rodriguez (fallecido repentinamente en Vigo, el 25 de Abril de aquel mismo año); quien, conocedor de mi tesis, me animó a proseguir el trabajo en cuestión, observando las pautas que detallaba en una de sus cartas. Por su parte, la Conselleria de Cultura me contestó amablemente, pero sigo esperando el preciado objeto de mi solicitud...

A mediados de 1891, próxima ya la celebración del IV Centenario del Descubrimiento, “El Eco de Vivero” planteó la siguiente pregunta: “¿Qué parte de dicha celebración le correspondería a Galicia habida cuenta de que la carabela Santa María era denominada “La Gallega”? El doctor Riguera Montero, recién llegado del Uruguay, se apresuró a ofrecer 500 pesetas al autor de la monografía que, a juicio del Jurado, esclareciese aquella participación...Dícese que este episodio nació de la antipatía de Riguera Montero hacia el Presidente de la Academia, pues por encargo de este último –Manuel Murguía- un propio pasó a visitarle al señor Montero para que modificase el tema o lo anulase, pues no había en toda España quien pudiera escribir dos cuartillas sobre dicha cuestión. El señor Riguera dobló entonces el premio, y modificó el tema: “La monografía investigará la participación que corresponda a Galicia en el descubrimiento del Nuevo Mundo, o el motivo por el cual la Capitana de Colón se llamó ”La Gallega”. Pero el pasó del tiempo y la actuación de la Academia de la Historia, así como las maniobras del señor Altolaguirre dieron al traste con las ilusiones.

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