Cartas al director

paloma: un icono del periodismo

n  n  nMe unía a ella una amistad de años y siempre que nos veíamos aprendía mucho de su saber estar y su profesionalidad periodística.
Pero sobre todo de sus inmensos conocimientos de los entresijos vaticanos. Dudo que vaya a haber o haya habido nadie que conociese tan bien todo lo relacionado con la Iglesia católica, con el Vaticano y con Italia en general. Era una fuente, un archivo único. Su gran amistad con Juan Pablo II le facilitó dar las vueltas al mundo como pocos lo han hecho. Y siempre con aquella sonrisa contagiosa, su afabilidad que encantaba, su acogida siempre pronta y su sinceridad a la hora de transmitir y comunicar como muy pocos.
Almacenaba en su archivo interminables anécdotas todas ellas dignas de los libros que deja escritos. Gorbachov le dijo que era “ateo no practicante”; la madre Teresa de Calcuta, gran amiga suya, le descubrió los misterios de su labor y como San Pedro le iba a echar una bronca al llegar al cielo porque le había “llenado el cielo de niños pobres”… Acompañaba a ver al Papa a cuantos se lo pedían, como a Jesulín de Ubrique, Los del Río con su “Macarena”, y muchos otros de la condición que fuere. Siempre bien dispuesta a enseñar la Ciudad Eterna. Amaba a España y a sus costumbres y sus gentes.
Afirmaba haber conocido al célebre “Fray Picolo” de la embajada española ante la Santa Sede e incluso de haber hablado con él…
Ejercía un periodismo y transmitía informaciones sin acritud; detestaba lo negativo y el ser portavoz de escándalos sensacionalistas. Siempre en positivo y poniendo en sus informaciones la sonrisa, e incluso aquella pizca de su buen humor característico. Como tertuliana era respetuosa aún cuando muchas veces tenía que poner, con su dulzura, los puntos sobre las íes ante afirmaciones que juzgaba improcedentes o faltas de base.
Nunca olvidaré una cena en su casa de Roma junto a su esposo aviador y sus hijos entonces jóvenes. Le había prometido hacerle una “Queimada” y así lo cumplí quedando la familia admirada. Me acompañaba Ramiro González Cougil quien, con su buenas dotes para el canto, nos obsequió con varias piezas gallegas incluida la “Negra Sombra” .
Muy posiblemente tardará en aparecer una mujer tan encantadora en la profesión periodística y tengo mis dudas que exista algún día alguien con sus conocimientos vaticanistas. Descansa en paz, querida Paloma, y siempre, al menos yo, te recordaremos como un icono y una mujer y periodista única.