Carlos Vilas: "Oroza fue un gran pintor, estaba en la pomada de la época y lo dejó todo por la poesía"

Carlos Vilas habló de Oroza en el set de Atlántico TV.
photo_camera Carlos Vilas habló de Oroza en el set de Atlántico TV.

El artista Carlos Vilas Bugallo (Loureiro, 1961) comisaría, junto a Antonio Chaves (Fundación Raquel Chaves) una exposición monográfica en el Museo do Mar sobre Carlos Oroza, “En el norte hay un mar…”, título que hace alusión a su primer poemario. Visitó el set de Atlántico TV para hablar de la muestra que permanecerá en sala hasta el 21 de febrero.

 

 

¿Descubren en este montaje al Oroza más íntimo?

Tuve el lujo de convivir con él 15 años en mi taller y ser su plástico en ese tiempo. Yo me ocupaba de las instalaciones en sus recitales, fui su técnico y acabé llevando el sonido y las videocreaciones. Por mi parte, sí refleja cierta intimidad. En cuanto a Antonio Chaves compartió, siendo muy joven, su primer cartel, donde estaba Rafael Alberti, con un Oroza que ya era un poeta con un nombre.

En esta exposición aparecen también muchos nombres conocidos vinculados al poeta.

Procuramos sacar a la luz las relaciones que ya venían dadas desde el Madrid de los años 50 y 60. Aparecen piezas de Leiro, de Goyanes, de Silverio Rivas o de Laxeiro, con los que tuvo una relación de amistad. Recogemos todos los artículos y los libros que se hicieron sobre él y de él, desde su primer libro, que pese a lo que todo mundo piensa es un libro en prosa, “Biografía de Cabral”. En palabras de Chaves, queremos dar una visión poliédrica de Oroza, alejada de la anécdota y la trivialidad.

Aquí se descubre un artista multidisciplinar.

Fue un hombre de su tiempo. Vivió varias facetas, se presentaba como pintor, compartió espacio con Tàpies, Saura o Villares. Estuvo en la pomada de esa época y lo dejó todo por la poesía. Aparece en los dos últimos números de “Tropos”, revista de la que fue cofundador y está dedicada al arte contemporánea. Es impresionante porque sí son todos los que están y están todos los que son. Es una pequeña enciclopedia histórica de la plástica española.

 Después de esta muestra, ¿qué faltaría por contar del poeta?

En la biografía de Oroza lleva muchos años trabajando Chaves. Aquí nos ocupamos de sacar a la luz aspectos como su partida de nacimiento, la foto de boda que hasta sorprendió a su hija (Marina) o una imagen de Marta Filgueira. Hay muchos elementos que frente al poeta que se autoforja una leyenda, muestra a un hombre que tiene una vida privada real. Descubrimos al Oroza, que incluye piezas originales, propiedad de Antón Castro, de Antonio Chaves, de José Luis Barreiro, de Ramón Trigo o mías, pintores con los que colaboró o vivió y que tuvimos la suerte de compartir aspectos. Tenemos una pared inmensa dedicada a su pintura, es espectacular, fue un gran pintor, dominaba el ritmo, la composición y la música.

 Ocupa dos salas del Museo do Mar, ¿se les quedaron pequeñas?

Sí. Con casi 8 meses de gestación y montaje, hubo tantas personas que colaboraron y nos prestaron piezas maravillosas como el retrato de José Guillermo de la exposición “Los Cuarenta principales”, con la que iba a colgar por la ciudad a personajes destacados de la vida local, desde el alcalde hasta el dueño del Telmo´s. Incluso tuvimos que rechazar cosas porque aunque esas paredes tan grandes comen todo, tuvimos que prescindir de cosas. 

 Aunque nació en A Mariña y vivió en Madrid, sus últimos años estuvo muy vinculado a esta ciudad.

Decía que Vigo era la única ciudad de Galicia. Le encantaba el anonimato que le aportaba, pero le gustaba más Pontevedra, siempre que podía cogía el autobús y se escapa allí. Decía que en Vigo había un ataque frontal a la belleza y a los árboles, se tapaba la Ría y se cortaban árboles, era algo que le encabronaba mucho, una de sus “teimas”. A veces utilizaba el gallego en su versión vernácula. 

La exposición entra en su último mes. ¿Hay visitas guiadas?

Los comisarios estamos a disposición de los visitantes. Oroza tenía dos obsesiones muy serias que empataron conmigo en los años 90, su profundo amor hacia los niños y el secuestro del lenguaje, que hace olvidar de su uso correcto. Él era un poeta oral, aunque como repetía hasta la saciedad, no sin asco, fijaba en papel sus versos.

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