Paso de gigante para la salvación del Celta

En la imagen, los tres goleadores del Celta ayer en Balaídos, Aspas, Douvikas y Larsen celebran uno de los tantos.
photo_camera En la imagen, los tres goleadores del Celta ayer en Balaídos, Aspas, Douvikas y Larsen celebran uno de los tantos.

El Celta roza la salvación tras superar a un Villarreal que jugó con diez 80 minutos y que regaló un penalti 

Cuando el Celta festeje la permanencia matemática, que lo hará más antes que después, no importarán para nada esos seis minutos que pasó perdiendo ante el Villarreal y mostrándose inferior al conjunto castellonense. No quedará en el recuerdo el miedo en el cuerpo a no ser capaz de aprovechar otra ocasión de abrir hueco. No aparecerán en los resúmenes de la temporada las dudas sobre la propia capacidad para medirse a un rival mucho más liberado que tú. Sí que aparecerán como claves las cuatro jornadas consecutivas en casa sin perder y el balance más que positivo de tres victorias en seis partidos desde que Claudio Giráldez se puso al frente. Es lo que tiene sacarse un peso de encima, que la importancia del cómo es inversamente proporcional a la gravedad de dicho peso. Porque el conjunto celeste sacó adelante ayer su partido, en gran medida, porque el rival se pegó dos tiros con bazooka en los pies cuando ya se había puesto por delante: la autoexpulsión del vigués Santi Comesaña en el minuto 16 y el penalti cometido por Baena en el 20 encarrilaron no sólo el resultado de ayer, sino toda una permanencia.

El Villarreal tiene poso y el Celta, por el momento, se queda con la cafeína. Por eso el fútbol se quedó de entrada con el manejo visitante más que con la chispa local, aunque ésta pusiese en los pies de Aspas una clara oportunidad nada más empezar. Errada. La capacidad de circular el balón con precisión sólo acompañaba por entonces a los castellonenses, mientras que los célticos parecían peleados con el césped o molestos por la lluvia. No tardó el Villarreal en aprovechar ese mejor acomodo en el arranque para romper por banda derecha y llevar el balón por el frente del área hasta Alberto Moreno, para que éste zapatease un gol de zurda.

Un Celta inmerso en dudas empezaba a sufrir a Sorloth y a su gigantesca capacidad para generar en beneficio de sus compañeros. Starfelt sufría en el cuerpo a cuerpo y el partido pasaba más tiempo en la mitad del campo celeste que en la rival. Precisamente intentaba alejar el balón del área propia Swedberg cuando Comesaña se lo llevó por delante de forma temeraria y con los tacos por delante. Tras revisión en el vídeo, expulsión del vigués. 

Balaídos empezó a notar que algo podía suceder. Que no todo iba a ser sufrir. Y tal premonición la corroboró Álex Baena con un penalti absurdo sobre Aspas que el moañés convirtió en el empate casi en la mitad del primer tiempo. No se descompuso el Villarreal, pero el balón pasó a ser celeste y el juego se movía cerca del área visitante. Pudo marcar Larsen en un par de ocasiones, pero le faltó puntería a él o le sobró acierto al meta castellonense Jorgensen. El noruego celeste se sacrificaba sin la brillantez de su compatriota Sorloth en el otro ataque, pero acabó encontrando el premio. Gracias, eso sí, a un gran centro del canterano Damián Rodríguez, la sorpresa ayer en el once celeste, en segundo intento tras hacer un saque de esquina en corto. Faltaban apenas seis minutos para el descanso y la remontada ya era un hecho.

Las caras eran otras y la perspectiva, radicamente diferente. Pero faltaba otro gol para certificar la victoria. Y el fútbol seguía sin fluir con continuidad en el bando celeste, en el que Iago Aspas comenzaba a multiplicarse en todas las alturas del campo tratando de dar criterio al juego, ya sin Damián y Manquillo -ambos con una amarilla- y con Luca en el centro del campo y Ristic reapareciendo como central zurdo. Pudieron marcar Larsen -con un balón al larguero-, Hugo Álvarez -exigiendo a Jorgensen- y Luca -con un balón al palo-. Pero lo hizo Guedes tras otra gran acción de Sorloth ganando, por fuerza e inteligencia, a los defensas celestes y cediendo para que el portugués ensayase uno de sus conocidos cañonazos. El Villarreal, con uno menos, empataba sin que nadie pudiese enarbolar con total autoconfianza la bandera de la injusticia.

De nada vale el empate fue el mensaje lanzado por Claudio Giráldez desde el banquillo. Carles Pérez y Douvikas aparecieron para dar llegada y el griego cumplió al momento. Primero, hizo una gran pared con Larsen que el noruego no pudo resolver en gol; y, a continuación, cabeceó con enorme oficio un gran centro de Aspas. Era el tercero, el de la victoria, aunque Sorloth estuvo a punto de evitarlo. No fue brillante, pero fue. La necesidad aplaca la autoexigencia.

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