Opinión

Estrategia de la desatención

En la actualidad, convivimos con una realidad comercial que no habíamos visto nunca hasta ahora. No se trata de una simple táctica de ventas, sino del diseño de una estrategia empresarial sin precedentes ni escrúpulos. De aquella maravillosa y concisa misión del emporio Disney “Hacer feliz a la gente”, asistimos por parte de las grandes tecnológicas que gobiernan las redes sociales al afán de cautivar a sus usuarios con una misión estratégica bien diferente: la estrategia de la desatención. 
Por primera vez, el beneficio de grandes corporaciones depende directamente de intentar aislar al ser más social que existe sobre la tierra. De que la sociabilidad real se cambie por una falsa, sin rostro. Ejércitos de personas trabajan sin descanso para hacer que las plataformas para las que trabajan se hagan más adictivas y a sus usuarios más dependientes. 
¿Se acuerdan cuando un camarero nos decía que había que consumir más cuando todo el grupo pretendía compartir la tarde en una mesa pagando a medias dos cafés y una coca cola? Era negocio que perdían. Pues para estas plataformas, todo el tiempo que no te pases en ellas también es negocio que pierden. Es tiempo perdido para ellas que visites a alguien para agradecer, vayas a acompañar, sientas la necesidad de abrazar, acudas a ver a alguien enfermo, veas la sonrisa de tu abuela cuando te ve o, estando solo, disfrutes de una puesta de sol o de una lectura consciente en soledad. Persiguen que no te importe nadie sin saber que, al hacerlo, también fomentas que tú tampoco le importes a nadie.
No quieren que te levantes pensando en cómo vas a disfrutar de ese maravilloso día, con quien vas a relacionarte, o a quién podrías hacer feliz. Pretenden que no seas consciente de ser y estar, porque su negocio crece cuando se hacen dueños de tu tiempo, anulan tu autodominio y te distraen de lo esencial. Formas parte de su cadena de generación de valor, a expensas de convertirte en un zombi alineado a sus intereses. Lo intentan hacer tratando engañarte con ficticias recompensas y reconocimientos, cuando a edades más tempranas son tan necesarios para la generación de la autoestima. Los padres nos ocupamos muy poco de la correcta alimentación de nuestros hijos pero, menos aún, de sus atracones de basura intelectual y de la intoxicación de las redes.
El despiste, la desatención, el desarraigo, la soledad, los instintos, son sus aliados y su recompensa, convertirnos en asépticos emocionales, alineados, vacíos, y ansiosos de likes, seguidores y matches. Enganchados para que cada día nos levantemos pendientes de revisar la actividad del móvil mientras dormíamos y que tu día lo pases en soledad impuesta, encerrado, sin relaciones.
Que disfruten con salud de lo votado.

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