Opinión

Tomate desconocido

Por impulsos que proceden de distintas fuentes, reacciones leves cazadas al vuelo, y el propio olfato personal que no me suele engañar tras muchos años de oficio, tengo que sospechar y sospecho que no es Cuca Gamarra la portavoz en el Congreso mejor elegida en la historia del PP. Desgraciadamente el Congreso de los Diputados, con su presidenta Francina Armengol al frente, es hoy un tinglado impropio de cualquier país en sus cabales y con el peor nivel de toda su existencia. Pero incluso así, algo me dice que ese acento bronco y gesto demasiado prieto no hacen de la antigua alcaldesa de Logroño el personaje más indicado para asumir ese papel tan protagonista que su PP parlamentario necesita. Gamarra fue, y así me lo aseguran multitud de testimonios de primera mano con los que cuento, una muy buen alcaldesa cuando gobernó en su ciudad natal durante toda una legislatura. Pero  asumir la representación de su partido en el Hemiciclo no es lo mismo, y sus intervenciones siguen suministrándome, una tras otra, más de lo mismo: mucho calor en el discurso, mucha intensidad, pero ninguna empatía. Gamarra no transmite bien, y en no pocas ocasiones sustituye la serenidad por el sentimiento y eso casi nunca es bueno.
Pero hay cosas en las que tiene razón y estos días la ha tenido cuando expresa sus sospechas sobre Ségoléne Royal y la certeza de que no ha probado un tomate español de verdad en su vida. Hace unos día y en pleno fragor de la batalla, con agricultores franceses asaltando a camioneros españoles y derribando su carga por el asfalto, la ex ministra gala afirmó sin pestañear, que los tomates bio españoles eran falsos bio y además eran incomibles. Gamarra repuso que lo que eran falsos eran los tomates a los que ella hacía pasar por españoles, que los tomates españoles están entre los mejores del mundo, y que aquella señora no había probado un tomate español auténtico en toda su vida. Riojana como es y sabiendo lo que dice, a Gamarra hay que creerla a pies juntillas, con independencia de que el comentario y la postura de la antigua titular de Energía y Desarrollo Sostenible -formó parte del Gobierno presidido por su entonces paraje François Hollande entre 2012  2017– es de por sí imperdonable e inadmisible. Me lo he visto de principio a fin e incluso he entendido las partes más potentes de la intervención. Y son muy francesas. O sea, un insulto.

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