Opinión

Los suflés

O acabo de entender muy bien cuál es el objetivo de José Félix Tezanos apareciendo cada tiempo con una encuesta que es mucho más favorable a su partido que la anterior como si rememorara aquel popular lema publicitario que decía “hoy te quiero más que ayer pero menos que mañana”. Este tipo de resultados, que parecen dispuestos  para colmar el ego de los patronos, tienen el alcance que tienen y tiran mucho del ego pero sospecho que hacen más mal que bien, o eso al menos me parece a mí que no tengo ni la más remota idea de estrategias políticas. Desde tiempos inmemoriales, se ha dicho que las encuestas confeccionadas a la medida del poder son aquellas que se quedan cortas en la intención, para fingir una amenaza que mueva a votar a los que lo dan todo por hecho. Cuando todo está tan a favor, la gente supone que no hace falta su presencia y se queda en casa tranquilo porque sobran papeletas. Tezanos –quien por otra parte es un veterano con más cornadas que Lagartijo- está adoptando la posición contraria, y ha puesto a todas sus huestes a cocinar –ya los quisiera a todos “Master Chef”- para servir suflés intragables que parecen estrictamente pensados para pintar satisfacción en el atezado rostro de su señorito. Teniendo en cuenta que su señorito se tiene por el hombre más molón sobre la corteza terrestre, a lo mejor este es el fin que cumplen los sondeos del CIS, cuya sola publicación despierta la sonrisa, no solo de este atractivo joven que nos gobierna y todo su gobierno de riguroso diseño, sino del resto. Ya está Tezanos con sus encuestas, dice la gente. Las encuestas del CIS son como el trigo verde y el verde verde limón, que decía la copla.
Tezanos sabe de esto. Aunque solo sea por los años que lleva metido hasta la cintura en este arrozal espeso. Su carrera es la de un sujeto fiel a la causa al que siempre llaman cuando la exigencia es fuerte. Por eso cuesta creer que se esté equivocando tan de medio a medio y no solo no corrija el yerro sino que sigue en él erre que erre. Solo que, como yo no lo entiendo, me hago cruces. Él seguro que sí lo entiende, y esta patraña  en la que ha convertido una institución razonablemente honesta como el Centro, debe tener un por qué. Los incultos no sabemos pero el sí sabe. Cuando termine la tormenta de las urnas veremos hasta dónde sabía.

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