Opinión

Las redes de pesca

El país que nos está quedando pregona ruina sin remisión, y el presidente que lo ha preparado ya está plenamente convencido de que no tiene  otra salida que seguir adelante hasta donde llegue antes de que todo reviente incluyendo él mismo, el partido que le dejaron en prenda, su grupo en el Congreso y en el Senado, sus alcaldes, sus concejales y lo que venga por delante. No puede arrepentirse, ni  reflexionar, ni aceptar consejos pidiéndole que pare, ni aceptar su propia derrota a manos de sí mismo y sus delirios que le han comido vivo sin opción para regurgitarse. No puede porque le devorarían los perros que le siguen a la carrera, que le echan el aliento en el cogote y que no le dejan ni siquiera mirar atrás. La cinta sin fin en la que el solo se ha metido para salvar su silla no admite reflexión ni cambio de sentido, ni un segundo para tomar aliento. Marchar o morir se llama esta ancestral figura que ha servido de suerte y maldición a grandes episodios de la historia. Frankenstein acabó persiguiendo a su criatura en el Polo Norte. Su autora lo llamó el Prometeo moderno y va a ser por algo.
Menos mal que, en este ámbito de negrura y drama victoriano, se han alzado las voces de los creadores de moda femenina para los cuales no hay malos tiempos ni terrores nocturnos. No hay perros de presa que echan la boca a los condenados de sí mismos que saltan las alambradas de lo ético y se tiran al monte sabiendo que del monte que han elegido ya no se puede bajar. Son personajes aéreos que no parecen enterarse de nada y si se enteran lo disimulan y ya está, porque están por encima del bien y del mal y lo único que les interesa es crear tendencia aunque la tendencia sea una fugaz patraña. Viven de la ensoñación y se alimentan de arte y creación que es un alimento como el maná o como los buñuelos de viento que se digieren sin pensarlo porque están rellenos de aire. Por eso no se les ha ocurrido otra que hacer tendencia imparable de las redes de pesca, esas que todavía hoy remiendan las buenas mujeres de la costa gallega para poner a punto el aparejo para que pesquen sus hombres y traigan a casa el jornal peleándose contra las mareas y la mar de costado. Se llama este paradójico estilo que se impone en los escenarios más elitistas del planeta, simplemente eso, “fishnet” y consiste en echar a la pasarela una señora en cueros cubierta únicamente por el copo de un pesquero de bajura. Hermosa manera de homenajear el trabajo más duro. Estamos chiflados. 

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