Opinión

Supersánchez

Pues, como habrá oído, dilecta leyente, en New York “voló” con los calzoncillos por fuera, y los gringos lo tomaron por Superman. Aquí hace lo mismo y lo tomamos por Peneque el Valiente. Por eso la kriptonita que le endiña la Ayuso no le hace el efecto esperado, otra cosa es que, al menos, consiguiera que impactase, eso sí, suavemente, contra un tendido eléctrico y tuviese como consecuencia que bajase la luz, de paso se tirase un cuesco y bajase el gas, se orinase y bajase el combustible (ese sí sería un resultado eficiente). Porque como esperemos que estos sindicatos de izquierdas llamen a la movilización por tales abusos, nos terminaremos convirtiendo en pingüinos o camellos. Otra cosa es que el gobierno fuera de derechas, entonces incendiarían las calles. Es lo que tiene aletargar políticamente a los representantes de la clase trabajadora, poniéndolos a su servicio, según convenga a los intereses del partido que los sustenta.
De momento, tenemos un supersanchez, llevado en volandas por embozados estalinistas, sediciosos independentistas, envilecidos exterroristas y expectantes sarracenos, hacia la tierra de “Nunca Jamás” en donde se carece de todo, pero sus habitantes somos felices con la sola visión del bello líder carismático, que nos promete paraísos que terminan siendo meros espejismos en desiertos de cálida arena. Vamos que miente tanto que ni a Carlo Collodi se le hubiera ocurrido un pinocho más tramposo, y que no hubiese terminado de asesor en la Moncloa, de ayudante de Tezanos, por ejemplo.
Mientras, este frankenstein disfrazado de monje tibetano, sigue haciendo de las suyas. Dada su peculiar bipolaridad, promete el salario vital, puestos de trabajo para todos, subidas de sueldo, el aceite de fierabrás para curar toda clase de virus, satisfacciones sexuales sin responsabilidades, etc. Por otra, permite la exaltación del terrorismo etarra, el derrumbe de cruces cristianas, pagas a inmigrantes por encima de lo que cobra una viuda española y, lo último, sanciones a quienes no alquilen sus pisos a estos magrebíes.
Este émulo de Nerón, sueña con destruir España, para que de sus cenizas surja un ente con un hombre nuevo, apátrida, ateo, con rasgos femenistoides, manipulable, huérfano de vocación y solo devoto de San Pedro (Sánchez); pero se va a encontrar con una república comunista o islámica que terminará devorándolo, como Saturno hizo con sus hijos y que, tras diversas vicisitudes terminó convirtiéndose en simple mortal, expulsado del Olimpo.  Pero este demonio de Tasmania, ya resurgió, como el ave Fenix, de sus cenizas, cuando fue derrocado como Secretario General por sus propios compañeros que veían en él un serio peligro no solo para el partido, sino para la Nación, dadas sus extravagantes veleidades que excedían del ideario socialista, “obrero y español”, que había contribuido al consenso político y a la paz entre los españoles.
Así que con el apoyo de trileros, vagos, charlatanes, chantajistas, bolcheviques, golpistas, camorristas,  “gentes sin alma” y un coro de ingenuos,  seguirá gobernando a su antojo.
¡Que Snoopy nos proteja!

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