Opinión

A cambio de un iPad

Pues. dilecta leyente, esta avidez de los jóvenes por las nuevas tecnologías, a veces deja de ser una sana afición para convertirse en una problemática adicción, y sino que se lo digan a ese muchacho chino que cambió uno de sus riñones por un iPad.

En nuestro país el hecho constituiría un delito de Lesiones y en China ignoro la calificación legal, pero también tiene castigo. Según nuestro propio código penal el hecho llevaría consigo, aparte del talego,  la restitución de lo “sustraído”, pero no parece que vaya por ahí la cosa, que se sustituirá por una reparación en forma de indemnización material y moral.

Aquí concurren diversos intereses. ¡Primero, hasta dónde está uno dispuesto a llegar para salvar la vida de un ser querido! En este caso para conseguir un riñón. Al atender a la responsabilidad por el hecho, hay que saber si se trata de un grupo organizado o si ha sido la propia familia la que cometió la tropelía. En este último caso, podría concurrir alguna eximente, como causa de justificación, ya que se podría alegar algún tipo de trastorno mental, pues, si el síndrome de abstinencia lo es, con igual razón este tipo de situaciones. Al menos, habría que admitir una atenuante cualificada por disminución de las facultades volitivas e intelectuales del autor, o genérica, como la obcecación.

La segunda cuestión es el estudio de la víctima. Resulta que era menor de edad y además sufría un fallo renal, con lo cual nos encontramos ante una persona vulnerable y no apta ni para dar su consentimiento ni para ser operada. El trasplante hubiera sido ilegal, pues los menores de 18 años no pueden donar órganos, y sólo médula ósea, con autorización de sus padres y sin que medie ningún tipo de contraprestación, salvo de carácter moral.

La tercera, es que debemos concienciar a los padres del peligro que tienen las redes sociales para los menores, pues ésta fue la forma de contacto, y puede ocurrir que cuando llevemos a una revisión médica al chaval nos encontremos con que le falte algún órgano importante, y sin derecho de devolución, aunque se debería de estudiar tal posibilidad.
La cuarta, que al cirujano no sólo habría que encerrarle y tirar la llave, sino que también habría que trasplantarle el cerebro.

Y hablando de la China comunista, pues resulta que no satisfechos los de los ojos oblicuos con copiarnos la ropa y material tecnológico, también nos imitan en lo nefasto, y parece que ya llevan tiempo exportando drogas de diseño.

¡Atentos los de la UDYCO!

Por mi parte, el menda se va al Manyar a comerse una espléndida empanada de xoubas, hecha con harina de maíz, con la seguridad de que no me va a costar un riñón.

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