Así decía un simpático cómico imitando a un famoso político que llegó a ser vicepresidente de este país llamado aún España y que será un lío en cuanto se emancipen Catalunya, Vasconia y Galicia: ¿a dónde irá a parar Hispania?
A lo mejor lo sabe el político que digo, el señor Guerra, que en su época de ministro hizo bien exaltar el sentido de patria para todos los españoles.
El artículo uno de la Constitución decía y dice: España se constituye en un estado social y democrático de Derechos que propugna como valores superiores de su ordenamiento jurídico, la libertad, la justicia, la igualdad y el pluralismo político y el artículo siguiente habla de la indisoluble unidad de la nación y reconoce y garantiza el derecho a la autonomía de las nacionalidades y regiones, etc.
No sé yo -y Gorecho lo dice-, pasmao, pasmao, pasmao, si están claros o cortos estos artículos que parecen susceptibles a variaciones.
¿Ejemplos? Cataluña, Vasconia y Galicia filonacionalistas (y la extrañeza de que la tradición no pida las nacionalidad de los reinos moros y Asturias y Reino de Toledo, y el idem de Granada y -casi nada- radio nacional de España...)
Le pregunto a Gorecho, que hoy es el muy pasmao de turno, si sabe que mañana y pasado, en Tuy, se celebra la campaña de difusión Xuventude en Movemento que pretende fomentar la educación, el deporte, la movilidad, el empleo, la innovación, el espíritu empresarial entre la juventud echando a andar los medios modernos de comunicación social y que se va a llamar (se llama) Xuventude en Movemento, que se parece mucho a lo del Frente de Juventudes y el Movimiento.
El asunto me parece buenísimo, y me pasmo: ¡primer recuerdo de otro movimiento juvenil existente tras la guerra civil española-36, actividades que fueron no tan malas como algunos entelarañados creen. Juventudes mantuvo muchos ofrecimientos útiles y después del fin del Movimiento apenas unos grupúsculos apovecharon lo que consideraron utilísimo. Se pasmó Gorecho al ver que en todos los jardines nacen flores: de todos modos los tudenses no conocían esos adjetivos en las juventudes de entonces y los reinventaron hoy. No somos nadie, ¿o sí?
