En las comunidades del Mediterráneo ya hay escasez de agua cuando todavía nos encontramos en pleno invierno: desde Andalucía hasta la frontera francesa, y en especial en Cataluña, con restricciones en esta época del año lo que resulta dramático y asombroso. O quizá no tanto: se podría concluir que se trata de la consecuencia combinada de la falta de lluvias y de que su gobierno autonómico lleva años dedicado a su monocultivo programático, olvidándose de gestionar. Así están las cosas y la solución no va a ser rápida ni barata. Entre las propuestas que manejan se encuentra la construcción de desaladoras y ampliar la capacidad de las existentes. Todo eso supondrá años de proyectos, obras y financiación.
En Galicia no falta agua y en Vigo su presa podría estar al 100 por cien de su capacidad ahora mismo si fuera necesario. De hecho, ha habido tal exceso de lluvia que ha provocado una inundación de agua dulce sobre las rías, con pérdida de salinidad y una enorme mortandad de moluscos cultivados, como la ostra en Redondela y Arcade. ¿No hay problema entonces? No hay que dejarse engañar por las apariencias. Que esté Eiras al máximo no garantiza nada. Aunque se trata del mayor embalse gallego su tamaño supone apenas un cinco por ciento de los grandes pantanos del centro y el sur. Nadie se imaginaba una sequía en Galicia, pero es ya solo cuestión de tiempo que ocurra: cada vez llueve menos y hace más calor, y no es una opinión sino un hecho. Este enero ha sido el más cálido de la serie histórica. Así que no hay más que esperar sin hacer nada para que más pronto que tarde Vigo se encuentre un verano seco y restricciones. Ha estado a punto de ocurrir en varias ocasiones. La solución pasa por ampliar la capacidad de Eiras, pero todo el mundo sabe que se trata de un proyecto complejo y que provoca enormes reticencias. Por tanto, exige consenso. Así que no se hará.
Y del asunto de Marta Tapias, otro día. Respetables las decisiones personales, otra cosa es la nefasta gestión de su marcha, anunciada por sus rivales.
