Opinión

Las ovejas llaman al lobo

Me lo estoy imaginando con cara de estupefacción y una media sonrisa, allá en su torre de Bruselas. De repente, una llamada de eurodiputados españoles que le piden a él, al que la pesca gallega ha señalado como el artífice de la prohibición de faenar en un centenar de caladeros en el Atlántico, a la misma persona con la que el sector de forma unánime ha mantenido un largo pulso en contra de sus políticas restrictivas, que intervenga en Galicia. No ha tardado ni un día en responder avisando sobre la amenaza para el medio ambiente que supone la caída al mar frente a Portugal de 25 toneladas de bolas de plásticos, algunas de las cuales, no se sabe cuántas, pueden alcanzar la costa en Galicia y el Cantábrico. Todavía no se lo debe creer. Me estoy refiriendo al comisario Sinkevicius, un hombre que en su mandato, que finaliza en junio, se ha mostrado amante del mar pero no de los marineros y a quienes ahora un grupo de eurodiputados ha acudido pidiendo su intervención. Las ovejas llamando al lobo.

Sinkevicius se ha pasado todo su mandato empeñado en combatir la pesca como una actividad que debe cesar por su impacto sobre el medio marino y porque la considera primitiva. Hay que decir que ha logrado avances en su política de expulsión de caladeros comunitarios, como pudo constatar la lonja con una importante caída de la actividad por el descenso de capturas de dos especies claves como son el rapante y el rape, ambas con pesquerías de cercanías. Los armadores vigueses, por ejemplo, han puesto su vista en otras aguas, en África, en el Atlántico sur y en el Pacífico con empresas mixtas con los países que disponen de una costa rica, lo que ha adelgazado la flota española mientras crece la de Namibia, Mauritania o Malvinas. A este hombre se han dirigido los eurodiputados y él lógicamente los ha atendido. Un disparo en el propio pie.

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