Opinión

El Muro y el agente vigués

A un joven vigués, celtista, le arruinaron la vida hace unos años en Cataluña cuando un grupo organizado, el mismo que se pasó semanas bloqueando el aeropuerto, amenazando o quemando contenedores, trató de matarlo al arrojarle una piedra de grandes dimensiones sobre su cabeza. El joven era un agente de Policía que había sido desplazado a Barcelona a velar por el cumplimiento de las leyes constitucionales. No murió gracias al casco, que le protegió aunque no lo suficiente: pasó varios días en la UCI con fracturas muy importantes que finalmente le han impedido continuar con su profesión, de la que ha sido dado de baja. Este joven, que se llama Iván, ha pedido ante los tribunales ser considerado víctima de terrorismo, algo que en cualquier circunstancia de los últimos 40 años no se hubiera ni cuestionado, como tanto el Tribunal Supremo como el Constitucional dictaminaron en múltiples ocasiones a propósito de la “kale borroka” vasca. Ahora, en cambio, sí, porque PS necesita siete votos y parece dispuesto a todo. Se ha atado a ellos y lo que significan. No hay otra explicación ni hay que buscarla. Y a consecuencia, ha decidido aprobar una ley de amnistía escrita por los mismos que se beneficiarán de ella para lograr plena impunidad.

PS es un hombre con una relación alternativa con la verdad, pero ha dado muestras sobradas de que no es tonto. Ha constatado que su público le sigue donde sea y que lo único que necesita es mantenerlo, sin tratar de pescar en otros caladeros. Es su teoría del Muro, levantado para dividir y mantener fiel a su rebaño. Aunque le cueste aprobar una ley de la que renegaba hasta anteayer. El Muro da satisfacciones a PS, aunque tiene un coste. Uno, que las federaciones del partido socialista sufren una visible caída de votos, influencia y peso, como se comprobó en las pasadas autonómicas. Otra, que un policía vigués se mantiene decidido a cumplir con su obligación de defender la legalidad constitucional.

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