Vigo tiene en su Ría su mejor baza. De hecho nunca quedará del todo claro qué fue primero si la ciudad o su puerto aunque todo parece indicar que los segundo fue lo que permitió el crecimiento de la urbe. Recientemente se han localizado en la actual Canido restos de una factoría de salazón romana datada en el siglo I al III. Es una de las seis que hasta la fecha han sido halladas en la costa viguesa y los expertos consideran que habría muchas más, que han sido destruidas al construirse la ciudad. No hay otra concentración igual de fábricas de pescado en salazón en todo el Mediterráneo y sólo en algunos lugares del Atlántico se han hallado tal cantidad de restos que señalan la existencia de una auténtica producción a nivel industrial. Luego un cambio climático en el siglo IV acabaría con las salinas y con ello con el salazón y la caída posterior del Imperio sería el final del primer Vigo.
Tardaría muchos siglos en recuperar un lugar en el mapa, hasta la Reconquista que haría una Ciudad Leal y Valerosa y la posterior llegada de los industriales catalanes, que volverían al salazón. Luego sería la conserva y finalmente la pesca industrial y todos sus procesos de elaboración, que marcan el Vigo de hoy. Nada parece inventado.
La Ría supone una ventaja por explotar. Ninguna otra ciudad de España cuenta en su territorio municipal con un Parque Nacional que además optará a Patrimonio de la Humanidad por la Unesco. Ninguna otra ciudad dispone de tantas banderas azules. Y ninguna cuenta con un mar donde es posible navegar durante todo el año. Las marinas de la Ría se han dado cuenta de que hay un mercado y se unirán tras varios intentos frustrados. Continuará...
