Opinión

Los garbanzos de Iago Aspas

A sus 36 años -37 en agosto- Iago Aspas es una leyenda viva del Celta y un jugador todavía esencial para el equipo y desde luego en el club y la afición por su calidad y compromiso permanente. Aspas probablemente no estaría en el Celta desde hace años si no fuera porque afortunadamente para el celtismo ha sido incapaz de acostumbrarse a vivir fuera de su ambiente, fracasando en Liverpool y no dejando una gran huella en Sevilla. No es tan raro: pasa a menudo a los jugadores ingleses, que lejos de las islas no dan el mismo rendimiento. Y eso ha valido para que Iago haya salvado una y otra vez al Celta de caer al pozo a base de juego, goles y liderazgo. No se comprende el Celta de la última década sin él y ya forma parte del escudo al lado de la Cruz de Santiago ganada hace un siglo como campeón permanente de Galicia. Conviene recordarlo.

Aspas es también singular por cuanto siendo un grande del fútbol tiene los pies en la tierra gracias a que al contrario que sus millonarios compañeros que residen en chalés de ultralujo en urbanizaciones blindadas y de acceso restringido, sigue viviendo en Moaña y frecuenta las mismas compañías de cuando era pequeño. Sus lagunas culturales las ha rellenado con un conocimiento exhaustivo del fútbol, así que sus declaraciones tienen interés. De su estatus de estrella que no se comporta como tal -para su suerte- me quedo con una frase en Atlántico: “Nunca he ido a nutricionistas, si en casa de mi madre hay garbanzos, como garbanzos”. Como no es de Vigo, no podrá ser Vigués Distinguido, lo que no deja de ser una pena. Quizá si funcionara el Área Metropolitana sería posible. Ahí lo dejo.

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