Acaba de producirse un relevo en la Delegación del Gobierno en Galicia, lo que sirve sobre todo para recordar la excepcionalidad de su domicilio. Igual que el Tribunal Superior de Xustiza de Galicia (TSXG) y las delegaciones especiales de la Administración central, tienen su sede en A Coruña, que así funciona de hecho como un segunda capital de la Comunidad Autónoma. Es una irregularidad cuyo origen se encuentra en el pulso que echó Coruña contra Santiago a finales de los setenta para conseguir la capitalidad autonómica. De hecho, hasta hubo durante un tiempo consellerías desplazadas en la ciudad herculina. Finalmente, perdió la guerra pero no del todo: Santiago no fue hasta recientemente más que “la sede de las instituciones” y como premio de consolación la ciudad coruñesa se quedó con la capital judicial y la mayoría del aparato administrativo del Estado. Y de gordo, la Delegación del Gobierno, lo que no ocurre en ninguna otra autonomía.
Que A Coruña haya conseguido mantener e incluso ampliar su estatus es un éxito propio que muestra que a veces algunas batallas hay que disputarlas aunque sea para perderlas. A sensu contrario, recordar que Vigo -sus instituciones y su sociedad civil- no apretó el acelerador para conseguir el AVE directo ni tampoco lo hizo cuando Touriño prometió el traslado desde Santiago de la Consellería de Pesca: se limitó a observar cómo el entonces presidente gallego se limitaba a no hacer nada. Si desde la Muy Leal se hubiera maniobrado con astucia es muy probable que se hubiera llevado quizá no la consellería pero sí algo a cambio. Por ejemplo, la sede de Portos de Galicia, que poco después se decidió construir en Santiago. Pasa lo mismo en lo judicial, ya que la sede central no está en Compostela, no tiene por qué no haber alguna sala del Tribunal de Galicia en Vigo, siguiendo el modelo de Málaga y Sevilla de reparto del trabajo. Es cuestión de hacer una propuesta y mantenerla. Continuará...
