Opinión

El cartero vuelve a pasar

Es probable que a una gran parte de la ciudadanía actual le suene poco o nada Abrir Vigo al Mar, aunque todos conocemos las Avenidas con el paseo, las calles peatonales, los jardines, el túnel, la plaza de la Estrella con su zig-zag, el complejo de A Laxe, el edificio de la Xunta o la estación de Ría. Todo eso se desarrolló con Abrir Vigo al Mar, reconvirtiendo una zona que hace 30 años era insoportable, con tráfico intenso, un enorme aparcamiento en superficie e incluso vías del tren portuario y una estación de mercancías donde hoy se levanta el centro comercial. Fue un programa urbanístico de transformación, el mejor y más ambicioso de cuantos se han puesto en marcha en la ciudad, que lamentablemente no se pudo completar y se quedó a medias. No se derribó la piscina del Náutico, ni se construyó un acuario al lado de la Estación Marítima; tampoco se levantó una cafetería-restaurante en el muelle de la Marquesina, donde se encuentra la estatua de Verne. Y no ocurrió, entre otras cosas, porque el Puerto -su presidente de entonces- se equivocó al conceder un permiso a la empresa Casa Pepe que derivó en una concesión y como efecto mariposa acabó por liquidar algunas de las obras incluidas en Abrir Vigo al Mar.

El cartero acaba de pasar de nuevo: el Tribunal de Galicia dio definitivamente por finalizada la autorización lograda por Casa Pepe, que tendrá que abandonar sus naves en el muelle de Trasatlánticos, dejando libre una amplia superficie en un lugar único, al borde del mar y en el centro. Un buen momento para retomar, con otras ideas, lo planteado entonces y mejorar la ciudad. Un punto para el Puerto.

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