Opinión

Algo más que media hora menos

Si se me permite comenzar siendo crítico en lo menor, creo que un Museo no era el lugar para presentar un acuerdo de Gobierno de coalición como se hizo este martes, sin admitir preguntas de los periodistas -no fuese a ser que alguien se saliese del guion interrogando por lo que no tocaba--, entre el PSOE, representado por Pedro Sánchez, y Sumar, con Yolanda Díaz en el papel estelar. Ambos presentaron, sin citar la palabra maldita -yo tampoco lo haré, por no ser menos--, ni hablar de reformas del Código Penal, una suerte de programa electoral para la próxima Legislatura. Un conjunto de buenas intenciones en su mayoría loables y plausibles, pero poco concretado por el momento: tan solo la disminución de la jornada laboral en media hora diaria parecía una propuesta cuantificada y realizable a corto plazo. O sea, cuando la coalición pueda consolidarse en Gobierno, si ese es el caso.

La presentación de la coalición fue anunciada a las ocho de la mañana y escenificada en el Centro de Arte Reina Sofía a mediodía, con presencia aplaudidora de altos cargos -allí estaban todos los ministros, menos, claro, las dos de Podemos, a las que ni siquiera se consultó el programa presentado_y la silente de los informadores, a los que, de nuevo, como ya ocurrió con el anuncio de la coalición con Pablo Iglesias, en 2019, no se les dio oportunidad de hacer preguntas, ni siquiera cómodas.

La disminución de la jornada laboral, promesa `estrella` de Yolanda Díaz, que tuvo buen porcentaje del protagonismo en un acto en el que Pedro Sánchez y ella prodigaron los elogios mutuos, consiste en dejar la semana de trabajo en 37`5 horas cuando el tope oficial son 40 horas, que, en la práctica, no llegan a las 38 horas en una inmensa mayoría de casos. Así, la reducción de la jornada de trabajo será, como mucho y en bastantes pocos casos, de media hora diaria, o menos. Las demás medidas propuestas consisten en una declaración de buenas intenciones compartidas por los dos protagonistas y, sin duda, por muchos españoles.

En general, casi todo se sabía y se esperaba. Así, el acto de este martes fue una escenificación, un anticipo de que la investidura de Pedro Sánchez, con Yolanda Díaz de indudable vicepresidenta primera -Nadia Calviño aspira a irse cuanto antes al Banco Europeo de Inversiones_será posible, Puigdemont mediante. Aunque claro está que nadie mencionó ni a Puigdemont, ni a Bildu, ni las exigencias del fugado de Waterloo, ni...

Personalmente, no le daría mucha mayor importancia a un acto que consolida la cuidada escenificación que La Moncloa sabe muy bien poner en marcha cuando conviene. Pero también debo decir que fue un encuentro que muestra muchas cosas: el contenido global de las 230 medidas propuestas era algo mayor, más importante, que el resumen que algún malintencionado hizo diciendo que la oferta se limitaba a `solo media hora menos de trabajo`. Por otra parte, queda claro que hay voluntad decidida de ir a la investidura, así como que se están lanzando mensajes en este sentido al independentismo catalán, y también es patente que se prodigan los silencios sobre temas incómodos. Y, claro, periodistas abstenerse. A mí, en lo personal, como aspirante a mediador, por mi profesión, entre las fuentes y la ciudadanía, esta falta de transparencia es lo que más me duele. Lo digo para lo que valga, que ya sé que es poco: lo importante es el ruido.

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